jueves, 31 de diciembre de 2009

El último Post del año (chau, 2009)


Promesas por cumplir


Finalmente llegó el 31 de Diciembre, día esperado por la mayoría, más que todo por temas de extrema bohemia, por un cierto desquite, una suerte de revancha que nos llega siempre en estas fechas, para contrarrestar la pesadez del año que se está yendo. En lo particular este año me dejó varias cosas, muchas para la reflexión y otras para el olvido.

En lo laboral, debo decir, con cierto orgullo, que ya he resistido más de un año en la siempre tediosa posición de cajero. Sinceramente, al igual que muchos de ustedes, pensé que no lo iba a lograr. Pensé que mi hartazgo ganaría sobre la necesidad; no ha sido así, y más bien, con cierta inteligencia, me pude mantener dentro del banco, como cajero fijo, y acabando con muy buenas calificaciones el año que se va; a contraparte de la primera parte del año, cuando todo parecía salirme mal, tal y como lo expresé en este mismo blog (tantas veces que aburría, sí, lo sé).

Mi jefe se despidió de mí esta tarde, contento, felicitándome por lo logrado, pero exigiéndome aún más para este año que comienza. No tengo la total seguridad de lo que vaya a pasar, pero lo que sí es seguro es que, en el trabajo, el 2010 me espera lleno de desafíos, y me recibe siendo, finalmente, un ya experimentado promotor de servicios, capaz de enseñarle a los nuevos (grande, “Zorrito”), y capaz de hacerme cargo, por ratos, de las labores más importantes dentro de mi movida agencia. Por lo demás, sigo pensando igual, sigo pensando que esta chamba me llevará al mecanicismo, seré pronto un robot más de la Matrix, pero espero seguir manteniendo viva mi alma curiosa y apasionada, para eso lucho cada día, para no trabajar con pilas, sino con corazón.

Promesa laboral: Seguir sacándome la mierda para, dos cosas, quedarme en el banco y soportarlo.

En lo artístico ha sido un muy buen año, finalmente pude presentarme como solista en público, siendo reconocido por la mayoría, y obteniendo un honroso tercer lugar en un concurso bastante disputado; haberme presentado en público me dio un plus, ese plus que necesitaba para decir “sí pues, lo mío es esto”, y realmente lo sentí, lo mío es la música, no hay más. No sé si tendré las cualidades que algunos dicen que tengo, pero algo es seguro, disfruto mucho el cantar, disfruto mucho de la música como concepto de vida.

Promesa artística: En el 2010 será mi despegue.

En lo familiar también ha sido un buen año. Terminamos con balance positivo, a pesar de que hubo varias cosas que experimentar para darnos cuenta de que hay rumbos que parecen ser los correctos, pero que están rodeados de errores y sumergidos en pesares. Tengo una hermana esperando un bebé, un buen cuñado, una bella compañera sentimental y una hermosa niña. Un padre cada vez más guerrero y una madre de incansables consejos. Una abuela más feliz, porque ya nos largamos de su casa. Ah, verdad, no les mencioné que este año me dejó en un lugar mucho más cómodo y grande. No tengo nada de qué quejarme en lo familiar, tengo una bella familia, con sus defectos, y sus huevadas, pero bella al fin.

Promesa familiar: prometo tolerancia y autocrítica para este 2010.

Por lo demás creo que hay que hacer varios quiebres, es cierto, estoy ahogado en deudas, pero también en lujos. Además del Play Station 3 que me acompaña desde el 2008, este año me deja con un fabuloso Nintendo Wii, que no sólo es una consola con hermosos juegos, sino que además, como las últimas dos consolas de Nintendo, tiene la facultad de unir amigos un día Martes y con poco más de una copa de vino Roseé. También me dejó un bellísimo LCD, y varias botellas de vino que ya están vacías.

Como ven, ya es primero. Debería de estar juergueando en algún lugar. La situación financiera de mi bolsillo jode, Ja! Pero el buen ánimo continúa, después de todo pasarla por primera vez, desde mi adolescencia, con mi madre, mi novia y mi hija, sé que me hará bien, aunque técnicamente no estemos “pasándola de lo lindo”, pero hay una estrella allí arriba que nos espera con un buen augurio, y pase lo que pase esta noche el 2010 será más luchado, y ya por eso será mejor; porque nos aguardan distintas experiencias, muchas de ellas serán escritas en este mismo espacio, que me ha dado tantas alegrías y tristezas, pero que al final estará aquí, para ser leído por los que quieran, como siempre.

Que tengan todos un vivido año 2010, que experimenten, aprendan, y la felicidad llegará sola.

Promesa total:

Me compraré el God of War III y el Súper Mario Galaxy 2
Apoyaré a Alianza Lima.
Respaldaré siempre la justicia
Amaré antes que todo
Seré una mejor persona en el 2010.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Clásico es sufrirte



El efecto post clásico

Anochecía el martes 8 de Diciembre, mi polo del “Cristo blanquiazul” lucía sudado y algo turbio. Al llegar a mi casa tiré la casaca azul, la clásica, la que casi siempre me pongo cuando salgo a algún lugar del que estoy seguro saldré contento. Traté de amilanar mi tristeza invitando a mi familia a comer pastas. Estuvo delicioso, pero seguí triste. Al día siguiente me apresté a trabajar. Salí temprano de mi casa, invitando a mi cabeza a levantarse un poco; después de todo estas cosas siempre pasan. Esto es fútbol, se gana, se pierde, se empata. Logré, finalmente, esbozar una sonrisa; sí, por fin sonreí, la trinchera norte se burló en mi nariz, pero igual sonreí. Todo bien hasta que pasé por un quiosco donde se vendían periódicos. Yo sabía que no debía mirar hacia allá. Pero el morbo me venció y lo hice. Los titulares eran horrendos, casi podían emitir sonidos: “Súper Cremas”, “Hijos Nuestros”, “Dale campeón”… luego, al mirar más abajo, los detalles de tan exagerados pregones: “Universitario confirmó superioridad sobre Alianza Lima y lo derrotó 1 a 0 en el mismo Estadio de Matute”… más abajo, el “sensacional” Piero Alva: “esos goles siempre los hice”.

Todos esos adornos seguramente resultarán un manjar para la mayoría de hinchas de la “U”, pero a mí que estoy dos veces en contra (una, porque soy aliancista, y dos, porque soy objetivo) de toda esa barrabasada de información, simplemente me hizo doler el estómago. Mirando aquellos titulares, todos con la misma foto de Alva siendo abrazado por sus compañeros, me demoré más de la cuenta, y llegué al trabajo raspando una consecutiva tardanza. Mi jefe es de la “U”, así que hasta en eso estaba en desventaja. Soporté algunas de sus burlas, era a lo que me había arriesgado al decirle que iría al estadio a apoyar al equipo de mis amores. Ese Lunes le pregunté por su score, me dijo que la “U” ganaba 2 a 0, con goles de defensas, tras centros de Solano. Le dije que pensara un poco más, porque lo único que había hecho la “U” en todo el campeonato era justamente esa típica y peligrosa jugada. No se arriesgo a más, y yo me reí, me incliné por una victoria ajustada de Alianza, pero le expresé que estaba casi seguro de que habría un tercer partido. Bueno, ambos nos equivocamos, pero aún así él sigue sonriendo. Durante el Miércoles me dio siempre la sensación de estar rodeado por hinchas de la “U”, los pasajeros en la combi lucían tranquilos, “ese es de la ‘U’”, pensé, ninguno estaba como yo, algo atolondrado y sufrido, atormentado y atiborrado de rabia e impotencia. Luego, ya en mi ventanilla, cada cliente aparecía sonriente, nuevamente me sentí invadido, de hecho no lo demostré, y hasta traté de bromear al respecto. Como si se tratase de la más poderosa ley de la atracción, todos los clientes a los que le preguntaba por su preferencia en el clásico resultaban ser cremas. Tenía cremas en frente y cremas detrás, me sentí acorralado. Así acabé mi día de miércoles, tratando de olvidar un partido que tenía que ser para el recuerdo.

Ahora, trataré de ser objetivo. Alianza no jugó un buen partido, pero demostró una vez más tener argumentos futbolísticos suficientes como para ser campeón en nuestro limitado medio. La “U” hizo lo suyo, trató de manejar la pelota, y casi todo el primer tiempo tuvo la posesión, pero seamos honestos, ¿cuántas veces llegó al arco?, sólo 2 en todo el primer tiempo, siendo una de ellas el fortuito pero espectacular gol de Alva (quien ahora se cree el “Titi” Henry peruano). Luego el partido se tornó en un recital de imprecisiones blanquiazules y en un concierto de magníficas atajadas cortesía del único jugador que se ganó mis aplausos esa tarde, Raúl Fernández. Un arquero bastante joven y físicamente bien dotado, con talento de sobra para su puesto y que, esperemos, el próximo año nutra su fútbol en el exterior. Más de eso no vi en el clásico. Más de eso no fue la “U”, un equipo que dependió de su arquero. Es cierto que en el fútbol de hoy la justicia no pasa de ser anecdótica, pero hago un llamado a los medios de prensa para que sean algo más objetivos. El sensacionalismo no lleva a nada más que al atraso, y dicho y hecho, sino miren la posición de nuestra selección mayor en la tabla de la eliminatoria, o cuenten cuántos países del mundo están interesados en nuestra paupérrima liga; ¿ya terminaron de contar?, creo que ni fue necesario.

La “U” no fue superior a Alianza, y Alianza, por atacar más, tampoco lo fue sobre la “U”, simplemente uno fue ineficaz, y el otro tenía un gran arquero. Punto, aquí no hay “Henrys”, ni “Súper Cremas”; lo más probable es que los merengues den la vuelta en su estadio y ante su gente. Este año fue su año, ya les tocaba. Quizás tengan más premio del que merecen, considerando que tienen un técnico tránsfuga que ahora se cree Sir Alex Ferguson; considerando que tienen poca fantasía en una numerosa plantilla; y considerando que su grupo en la liguilla fue el compendio de los equipos más irregulares del campeonato. Sólo un gran partido de Alianza, mostrando el fútbol que siempre los caracterizó podría hacer que la historia cambie, pero por alguna razón dudo que sea así. De todas maneras estaré atento al partido del domingo y a lo que pase al final, si es que acaso hubiese ese hipotético tercer partido. Si la “U” campeona que sea jugando un partido memorable, que su gente se vaya aún más contenta, y que los aliancistas nos resignemos pensando que se trataba de un rival imparable. Cosa que hasta ahora no ha sido así. Ese sería un dramático consuelo, aunque jamás dejaré de alentar desde mis humildes tribunas, y jamás dejaré de pensar que Matute es mi lugar preferido los fines de semana.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Crónicas de un cajero (Parte III)

En honor a la verdad

Comienzo a comprender el porqué de las fúnebres miradas en las calles. Todos parecen de luto, todos parecen haber perdido algo, cada día, cada instante. Comienzo a descubrir qué es ese motor que nos jala hacia atrás cuando, según medio país politiquero, deberíamos de echar todos para adelante, dejando el mínimo rastro de pobreza. Echo un vistazo al Infocorp, y la sorpresa que no sorprende, pero cómo desagrada: el micro empresario que pretende surgir en un lugar financieramente hostil, sólo puede ver cómo otras grandes empresas se llenan de plata mientras él se plantea el más simple y brutal objetivo, pagar la cuota a fin de mes. Comienzo a entender, entonces, porqué estamos así de jodidos. Comienzo a entender que los bancos (sí, esas curiosas entidades que me han dado chamba los últimos 4 años) no son más que trampas gigantescas con suculentos buffets en el centro, que atrapan a todo peruano ansioso de surgir. De repente hay demasiados.

El otro rastro del mismo mapa, empresarios que tuvieron padres pitucos, lo suficientemente pitucos como para pagarles una universidad cara y regalarles una empresa. Van siempre a mi ventanilla a retirar miles de soles. De pronto llega un trabajador con el mismo logo en la camisa, quiere cobrar un cheque. Maldición, no hay fondos. Aquel “próspero” empresario pagó el colegio más caro para sus dos hijos. Aquel trabajador con “derechos” no pudo cobrar el cheque. Me quiere mentar la madre, pero no me resisto. No por las absurdas políticas de “calidad”, sino por la compasión misma de saber que quizás ese muchacho contaba con esa plata para pagar alguna que otra cosa, como por ejemplo su comida, luz o agua. Finalmente me la menta en silencio, y se va algo avergonzado. Claro, a nadie le haría gracia un chote de esa naturaleza. Es preferible que te chotee una mujer o un cobrador de combi que no te quiere cobrar cincuenta céntimos hasta la avenida Arequipa. Pero un cheque sin fondos, ay madre querida, debe doler.

Hoy en día las tarjetas de crédito salen como pan caliente. Sólo basta tener una boleta en la que diga que ganas más de 500 soles, y unos tres meses en planilla. Un recibo de agua o teléfono, ¿atrasado?, no importa. Sólo sirve para sacar tu dirección. Entonces caen, caen como fitoplancton en la más enorme ballena blanca. Con la diferencia que las ballenas no saben lo que tragan con tan solo un bostezo. Quizás esté mordiendo la mano que me da de comer, pero no me retracto en decir que a veces me avergüenza trabajar en una entidad de esas. Quizás la mayoría de personas (por ser buena gente) no tengan malas intenciones. Pero los que están arriba, esos que son tan intocables, y tan temibles, estén allí porque en todo el tiempo que laboraron nunca mostraron un solo escrúpulo. Siguiendo esa simple lógica, dudo mucho que pueda llegar lejos en un banco.

Esta crónica (sí, sé que no lo parece estructuralmente) no es más que un pregón. Dar recomendaciones sería fatal, ¿saben por qué?, porque nunca me harían caso. ¿Qué puede saber un bancario frustrado sobre el magnificente poder de convencimiento de un experimentado vendedor?; pues nada. Sólo les puedo decir que, como dice Rubén Blades en uno de sus mejores y más desconocidos temas, al final habrá una cita a la que todos tendremos que ir, y cada uno sellará su propia entrada o salida. Al fin y al cabo, dependerá de ti.

sábado, 22 de agosto de 2009

Entre Marte y Venus (Parte VI) – El terrible momento de la elección

“¿Éste, ese o aquel?”

Las mujeres tienen en su poder el bienestar o malestar de la mayoría de machos cabríos que andamos por sus dominios. Saben manipular, usan artimañas con maestría, saben elevarnos a las estrellas, pero también saben hacer que conozcamos a Satanás en paños menores y sin cita previa. Tienen en sus manos nuestro pasado, presente y futuro, y administran con destructiva inteligencia todos nuestros movimientos. Por más que creas saber que ella no sabe lo que haces, te equivocas, en algún momento te darás con la sorpresa más ingrata de tu existencia; y te convencerás de que nuestra supuesta astucia es sólo un elemento más a la inmensa lista de cosas que la hacen saberse superior.

Sin embargo, a diferencia de los varones y nuestras pocas exigencias, las mujeres tienen la tarea más jodida y tediosa que se da a inicios de una relación sentimental: la tarea de elegir. Es ahí donde suelen equivocarse, es ahí donde suelen meter la pata y arrepentirse por el resto de sus vidas. Es ahí donde los hombres, con nuestras pocas neuronas para el amor, nos salvamos de una muerte casi segura. Y es ahí donde, definitivamente, está la causa de que muchas relaciones se derritan como mantequilla en una playa de Máncora, sin siquiera haberse formado del todo bien.

Al principio creen dominar toda la situación, tienen dos, tres, cuatro, hasta “n” posibilidades latentes; todos suplicando una oportunidad, todos en planes afanosos, en ridículos papeles; todos haciendo poemas, maromas, chistes, o hasta cosas violentas con tal de llamar severamente su atención. Todos somos plebeyos ante una reina, y ella nos tiene a todos en su poder. Hasta que de pronto llama a su puerta el “bicho de la elección”. Reciben llamadas telefónicas de otras reinas, de otros reinos – “oye, ¿ya escogiste?” – “No, amiga, aún no, en realidad está difícil” – “sí, pero a mí me parece que te va mejor Manuel, sus ojitos claros quedan con el color de tu cabello” – “Sí, ¿no?, puede ser, aunque Paolo me escribe poemas bonitos, lo malo es que es un poco cholito” – “claro, amiga, ¡¿cómo vas a estar con esa llama?! Y ¿Claudio?” – “ay amiga, es súper lindo, pero muy morocho, ¿no crees?” – ay, amix, ¿no sabes las cosas que dicen de los negritos?, JA, JA, JA” – “JA, JA, JA, amiguis te pasas” – “¡Ya sé!, y ¿el chico de Aura?” – “¿Quién?, ¿Rodrigo?, ¿no te has dado cuenta del salvavidas que tiene en el torso?” – “¡NO!, ¿es guatón?” – “Claro, amiga, sino que su polo negro lo disimulaba, pero tiene una guataza, nada que ver, los gordos no van conmigo” – “Pucha amiga, ¿cómo no nos toca un Ben Affleck o un Brad Pitt?” – “¡Hello!, estamos en Perú, amiguita, deja de soñar” – “¿Verdad, no?, a falta de… habrá que ir a unos de esos sex shops” – “JA, JA, JA, JA” – “JI, JI, JI”. (Conversación casi exactamente extraída de un par de amigas muy conocidas por algunos asiduos lectores de este blog, si quieren que mencione sus nombres el costo es de un par de vinos bien secos y un rico sándwich de pechuga)

Las reinas están en la plenitud de su belleza, tienen todo el poder que sus galanes les otorgaron y no dudan en esparcir sus feromonas por cualquier lugar de la ciudad con tal de aumentar su, de por sí, larga lista de posibles parejas sentimentales. Mientras tanto, en otro rincón de Lima; Claudio, Manuel y Paolo, sostienen una no menos interesante conversación sentados en la banca de un parque, tomándose las últimas gotas del trago corto que, con una impetuosa chanchita, compraron y mezclaron en la tienda de Don Lucho: “Oe tío, te juro que esa huevona me mueve el piso, hace tiempazo que le tengo unas ganas… no sabes” – “tranquilo Paolito, tú sabes que en la perseverancia está el éxito, a la franca yo también me la quiero chifar, pero tú eres mi brother, nunca te haría esa huevada; el día que te la chifes te invito unas chelas” – “¿Qué hablan, bestias?, ¿chifar?, parecen chibolos oe, ya tenemos más de 20, no estamos para huevaditas, yo sí toy templado, te juro que me la llevaría al altar” – “JA, JA, JA, ese Manolo, con razón no tienes jerma desde hace una década creo, si nosotros tenemos que dejarnos de huevadas tú deja de correrte la paja y consíguete una hembrita, ¿sí o no, Paolín?” – "JA, JA, JA, qué cagón eres, zambo; puta no sé, firme, firme, yo también estoy templado ah, porque si fuera sólo pa un choque y fuga no estaría tanto tiempo afanando” – “Puta que ahí sí te jodes ah, te quedas como Manolo todo pajero, yo sí vivo mi vida tío, toy muy chibolo para pensar en formalidades, además al muñeco le gusta probar de todo JAJA” – “Negro huevón, aquí desencajas, ¿ves?” – “Ah, ¿yo desencajo?, a ver dime pes, de quién estás templao’?” – “¿oe qué hablas mierda?, si él ya sabe” – “Paolín, ¿sabes a quién le quiere caer Manolo?” – “¿A quién, ah?” – “Zambo conche..” – “a la Susan pes, ¿a quién más?” – “JAJAJA, Negro no te juegues así” – “Manolo habla pe’ varón” – “Es cierto, tío, pero sin resentimientos pes, además pensé que sabías” – “¿A Susan?, puta gringo, ¿por qué a ella?, si yo toy templadazo hace tiempo” – “yo también me templé pes tío, ¿qué voy a hacer?” – “uy, no me dejo, ¿ya ven?, eso les pasa por imbéciles, mejor no templarse y vivir tranquilo” – “Oe negro, se te cayó un papel” – “Chucha, oe pendejo, dame eso” – “¡Mierda, es una carta de amor!… ¿¿¿Para Susan???, ZAMBO RECONCH…”. Más allá de lo que uno podría pensar, la noche terminó con los tres amigos abrazados y riéndose de todo. Los tres reconocieron estar enamorados de la misma chica, y prometieron respetar al “vencedor” siempre y cuando sea una pelea limpia. Aguanta, ¿pelea limpia?, ¿existen realmente las “peleas limpias” en el amor?

Tiempo después, las armas de los muchachos se terminaron, había llegado el momento de decidir. La reina decretaría, finalmente, a quién entregarle sus emociones, tiempo y sensaciones, a quién regalarle noches de placer, risas y demás entretenimientos. Porque eso sí, como lo dije en algún post perdido, cuando las mujeres eligen, se entregan por completo y no hay quién las pare, sino la misma decepción, y eso es lo que usualmente sucede.

El “chico de Aura”, Rodrigo, había estado en la misma competencia. Era un pendejo total, frío, acomedido y oportunista. Audaz en casi todos los sentidos de esa extensa palabra. Juntaba en su palmarés todas las habilidades de sus competidores, escribía poemas, cantaba bonito, bailaba con soltura, y además contaba con una habilidad extra, la de tener dinero. Las mujeres no aman tanto el dinero, sino lo que se puede adquirir con él, aquella que lo niegue que tire la primera piedra (suave, casi me cae en el ojo). Y, al momento de evaluar punto por punto los ofrecimientos de sus galanes, Susan decidió embarcarse en un viaje sin retorno aparente con su adinerado pretendiente. Cuando su amiga y vecina de reino le preguntó sobre su elección, ella respondió con total naturalidad: “es súper detallista, lindo, atento, caballero, es el que más me llenó las expectativas, por eso lo elegí”. En resumen, prefirió al detallista y al atento, antes que a los más sinceros, aquellos cuyas intenciones eran más notorias. En pocas palabras, prefirió al que lo supo disimular mejor.

Inminentemente Rodrigo y Susan iniciaron una relación sentimental que con el tiempo acarreó de todo un poco; mientras que los “perdedores” siguieron tomando en parques, y riéndose de todo, incluso de sus lamentos por la derrota. Meses después, Susan dejó de hablarles; ya no salía con ellos. Siempre tenía excusas que la alejaban de la mancha, aunque todas esas excusas cambiaban constantemente de nombre, era evidente que Rodrigo era la verdadera causa. Fue absorbida por él, poseída, usufructuada, expropiada de su propia vida y amigos. En poco tiempo Susan se dejó ver, estaba alicaída, cabizbaja, triste y poco arreglada. Nada que ver con la Susan que irradiaba alegría, sensualidad y soltaba suspiros con tan sólo una simple mirada. Era otra persona; había sido alterada totalmente. La razón era que Rodrigo se había convertido en una verdadera pesadilla, era un enfermo total, asfixiante, insultante, arrogante y humillante. Sin embargo, cuando Susan parecía estar decidida a darle el “touché” final, aparecían los recuerdos y con ellos los detalles; aquellos detalles que tanto encandilaron el corazón de la que otrora fuera la reina de la mancha; y llegaban las oportunidades, y llegaban las decepciones. Finalmente, luego de algunos años, seguimos viendo a Susan en la misma situación, con la diferencia de que ahora cree que engañando a Rodrigo compensa el malestar producido, algo así como “me cagas pero te hago cachudo”, ignorando quizás que los cachos no son sólo dos, sino cuatro.

El momento de la elección es complicado, sí, pero se puede salir bien parado del asunto. Los hombres seguiremos supeditados por mucho tiempo más, hasta que otro bombazo social nos haga nuevamente ser más justos, y equiparen la balanza de la seducción, por mientras, seguiremos atrás y ellas adelante; pero las damas no deben olvidar nunca que es mejor la sinceridad que los detalles; los detalles, en la mayoría de las veces, tienden a ocultar algo; están hechos para eso, para disimular, digamos que es algo así como el maquillaje que ellas usan y nosotros no (bueno, salvo excepciones). En el mundo de las mascaradas lo importante es saber mirar a los ojos, les aseguro que los detalles más bellos son los que se forman a partir de la verdad. Aunque dicho esto, de seguro no cambiarán las cosas, espero haber contribuido al resurgimiento masculino, ese que tanto ansiamos, y que de seguro fecundará cada vez más parejas felices; mientras tanto, sigamos siendo siempre naturales, el maquillaje al tacho.

Ah, olvidaba decir que la otra reina es ahora muy feliz con un tipo algo descuidado, que no se afeita ni oculta su barriga; que se tira gases antes de morirse de la risa, pero que, por alguna razón en especial, mantiene en las nubes a su adorada novia (si quieren que les diga de quién se trata el costo es de 3 vinos bien secos, música de Páez, y una rica Pizza de 10 soles).

Un abrazo.

jueves, 6 de agosto de 2009

En las buenas y en las malas

Ojala la ficción supere a la realidad

Domingo 26 de Julio: Siendo aproximadamente las 11:00 p.m. Julissa Félix se pronunció ante un exigente público por última vez en la noche. En el escenario estábamos todos los que habíamos dejado todo en la cancha, cantando bien o cantando mal, desafinando o impresionando; todos, en ese momento todos éramos lo mismo, simples manojos de nervios esperando a que el jurado dé su finiquito veredicto. Finalmente lo dio; se había elegido a los 3 primeros lugares y Julissa empezaba a tomar con sus manos los famosos “sobrecitos” que encerraban los nombres ganadores y la módica suma de dinero que ello implicaba.

En mi mente iba hilvanando quiénes podían ocupar el podio. Rocío era siempre mi favorita; tiene una voz de ensueño y un registro envidiable; sabía que se había equivocado, se había ido en un par de notas, pero qué chucha, si el jurado era inteligente ella tenía que estar bien rankeada, como se lo merecía. Ruth era un abuso, ella ya es una artista prácticamente hecha, y aunque suene exagerado era casi un lujo tener a la próxima Lucía de la Cruz en un concurso de monta moderada, sin desmerecer, ojo, ya que no se trataba de un “Latin American Idol”, sino de una versión más urbana y humilde, a lo “Trampolín a la fama”, sin la chispa de Ferrando, pero con el empuje de Julissa. Paolo ostentaba una gran habilidad interpretativa, claro, el huevón es actor, pero el talento le brotaba hasta por los granos, y en su segunda canción puso a todos en claro el porqué de su elección para cerrar, con broche de oro, un show inolvidable. Johanella compensaba su inexperiencia con su vertiginosa potencia de voz, y con su valentía para pararse ante gente que casi no sabía nada de su existencia, cautivándola y desbaratando de manera natural sus fuertes aplausos, ella también tenía un lugar asegurado entre los tres mejores. Y en general todos hicieron actuaciones memorables, quizás técnicamente no perfectas, pero si alguien cree que pararse en un escenario y cantar es sencillo mi reto está por demás hecho; en un karaoke las cosas son más sencillas, sentadito y tomando tu trago, ocultándote en la oscuridad, y en la distracción general; una presentación en vivo es un poco más exigente, y decir más sería caer en lo tácito.

A todo esto, ¿dónde quedaba yo?

Jueves 30 de Julio: (Carta cobarde jamás enviada, y cobardemente publicada)

“Ok, eres mi jefe, tu deber es exigirme, tu deber es robotizarme. Cuando elegiste nuestra “secreta reunión” a las 6:30 de la tarde en plena agencia, supe que eso podía terminar mal. Metiste a las chicas, aquellas a las que nunca convenceré de mi buena voluntad, y lo demás se volvió un cargamontón sin fin. La caja 3 me metía puñaladas en tu cara y nunca dijiste nada, la caja 2 se metía sólo para defender a su amiga y a mí nadie me defendió. Se habló de metas, nadie las cumple; se habló de guiones, nadie los cumple. Se habló del zonal, aquel que cagó más de lo que tú podrías creer, se habló de mi contrato. Sí pues, te debo agradecer el que me hayas renovado por 6 meses, lo sé, a la mayoría de mi promoción sólo le renovaron por 3 o 2. Ahora dices que si todo sigue así no me renovarás. Ok, soy bien hombrecito, y reconozco que no cumplo con los robóticos guiones de calidad; ahora que lo estoy haciendo creo que deberías estar contento, aunque lo estás más que todo porque se vienen tus vacaciones. A pesar de todo eso te tengo más estima de la que crees, sé que tenemos varias cosas en común, con la diferencia de que yo las expreso y tú las guardas sigilosamente creyendo que así alcanzarás tus objetivos; de hecho lo lograrás, pero más no te puedo decir. Más no te puedo decir.”

Domingo 26 de Julio: “Y el tercer puesto es para: ¡Marcos!”, creo que no pudo pasarme cosa mejor; digamos, esperaba el reconocimiento que ya había tenido gracias a los aplausos que me dieron; gracias al apoyo de mi familia, amigos e infiltrados. Ya me sentía ganador por eso, porque me demostré ser capaz de muchas cosas que hacía unos meses nadie sabía que podía hacer, incluso yo mismo. Entonces recibí ese premio, y mi alegría fue la reacción más sublime. Ver las sonrisas de mis compañeros, aquellos que siempre me decían “favorito”, felicitándome, era un premio doble y, desde mi punto de vista, poco merecido. Sabía que había ocupado un puesto de oro, un puesto que se peleaban Johanella y Rocío; había despojado a alguna de las dos, y poco capaz me sentía para hacer algo al respecto, sólo atiné a festejar, de cualquier forma, darle una alegría a la gente que amo siempre será para celebrar, los análisis quedan para el blog. Johanella fue la siguiente en ser invocada; el casi no haber cometido errores le valió el reconocimiento de un jurado que resultó ser más exigente de lo que pensé. Su padre, el gran Enrique Casaretto (gato conocido para antiguos hinchas de la “U” y antiguos admiradores de la selección del 70’), fue el primero en levantarse de su silla y aplaudir, su hija canta como los dioses, y con la perfección de una profesional, sin siquiera haber estudiado canto, ni haber cumplido la mayoría de edad. Si Casaretto es una vieja gloria, creo que él ya tiene una nueva.

Antes de que Julissa mencionara a la ganadora un ápice de esperanza, seguramente, pasaba por la cabeza de Rocío; aunque era una hilera muy delgada la que dividía la gloria de la desdicha, o quedaba relegada, o quedaba en primer lugar. Finalmente la lógica ganó y con ella la razón, Ruth se llevó un primer puesto más que merecido; el llanto se lo creyeron pocos, lo que estuvimos tantas semanas ensayando duro por las noches, sabemos que el llanto no fue, precisamente, porque se ganó el premio mayor, sino por haber surgido un manotazo de salvación en un mundo que siempre da la contra y trata de ahogarte. Demostrar que estás vivo cuando todos te creen muerto; a puro talento, a puro huevo. Ruth ya debe de tener varios hinchas pero en mí tiene un seguidor, en algún momento extenderá por completo las alas y veremos quién la para. Lo mismo para Johanella, lo mismo para Rocío, y quizás seamos una bandada algún día.

En cuanto a mí, más allá de los comentarios de Willy Noriega (por cierto, creo que hay un post pendiente), seguiré poniéndole ganas al arte más bello de todos. Después de todo, si tanta gente dice que tengo el talento, ¿por qué no creérmelo de una vez?

Jueves 23 de Julio: (Carta cobarde jamás enviada, pero esperando pavorosamente ser leída)

“Vienes y te sientas, con aires de bacancito. Con tu corbata bien puesta. Con tu perfume caro. Entras a la agencia que nunca visitas. Ves cómo nos sacamos la mierda atendiendo a los jodidos clientes. Tú sólo nos observas. Sabes que ya es hora de salida, pero igual te apareciste. Vienes y te sientas. Abres tu laptop. Abres tu archivo de Excel. Empiezas a ver datos estadísticos. Nosotros seguimos bajando la cola; ya casi son las 6:15 p.m. en un día sin ti nos estaríamos alistando para largarnos y así volver a nuestras vidas. A pasar tiempo con las personas que amamos. Pero no. Vienes y te sientas. Dices que eres el zonal, mientras mi jefe te contempla con un temor tan zalamero y ridículo. Ya acabó la cola, es hora de escucharte. Vienes y te sientas. Apenas sabes nuestros nombres, pero ya nos jodes. Amplias el Excel. Dices que estamos mal. Nunca sudaste con nosotros. Nunca comiste en nuestra mesa. Nunca nos viste en tu vida. Nunca te vi en mi vida. Pero para ti somos sólo estadísticas. Vienes y te sientas. Hablas de resultados. No hablas de sudor. No hablas de esfuerzo. Sino de resultados. Sino de metas. Sino de incentivos. ¿De incentivos?, ¿tú?, ¿realmente te hacen falta?, ¿de eso come alguno de tus hijos?, ¿de eso sacas para el combustible de tu lindo auto? Vienes y te sientas. Y dices que soy el punto más flojo. Y dices que mis faltas son puntos negativos. Y dices que la opinión de un médico no importa, cuando hay que medir el compromiso de un empleado. Te respondo. Me miras raro. ¿Estás acostumbrado al silencio?, yo no. Yo cuestiono. Tus métodos de evaluación se me hacen subjetivos. Dices que eso siempre ha existido. Yo digo que eso no quiere decir que sea válido. Miras a otros lados. Los demás callados, como lápidas saciadas de terror. Yo trino los dedos contra la madera. Son casi las 8 y la bebe está prácticamente sola en la casa de mi suegra. Mi mujer está afuera esperándome pelándose de frío desde las 6:30 p.m. Me preguntas si estudio. No contesto tu pregunta porque me parece tonta. Si estudiara no trinarían mis dedos. Me estaría preocupando. Me estaría mortificando. Pero te seguiría escuchando. Por un ser humano trino mis dedos. Por un ser humano expreso. Por un ser humano soy humano. Crees que me creo tus bromas. Insinúas que estoy apurado por ir a un hostal. No sabes qué equivocado estás. No sabes qué equivocado estás desde que viniste y te sentaste. Desde que empezaste a mirarnos para ponernos nerviosos. Desde que abriste tu laptop y tu gélido archivo. Desde que empiezas a llamarnos por “resultados”. Desde que te olvidaste que tenemos sangre y lágrimas. Finalmente acabaste. Todos asustados. Yo amenazado. Aún espero tu llamada. No has llamado. Bueno. Vienes y te sientas, jodes, abres tu agenda, bromeas, amenazas. Te levantas y te vas.”

Colofón (¿?)

A veces me pregunto si soy un artista en potencia, o un simple empleado ineficiente. Cuando me sentía en las nubes un ser de corbata me hizo caer al suelo multiplicando por mil mis 100 kilos de peso. De pronto vuelvo a casa y veo mis videos en Youtube. Veo que soy aplaudido. Veo que se me reconoce algo, finalmente, no por resultados, sino por talento. Quizás esa pequeña frasecita decida mucho de lo que vaya a ser mi vida desde aquí en adelante. Lo mejor que me pudo pasar fue tomar un micrófono y cantar. Lo peor, creerme el cuento de que soy parte de la sociedad de hierro. Hoy ha sido un gran día. Encontré equilibrio. Espero seguir así; equilibrado entre necesidad y pasión. A ustedes, sólo las gracias. Nada más puedo ofrecer, al menos por ahora.

Un abrazo.

sábado, 18 de julio de 2009

No es más que un hasta luego

No es más que un breve “adiós”

En la pasada pelea por el campeonato mundial de box de Kina Malpartida pudimos ver, entre otras celebridades lorchas, a un tal Micky Rospigliosi. Su semblante era delgado y cándido, su traje negro le daba cierto toque de perfil bajo y su mirada era transparente, claro, él simplemente había ido a ver la pelea de Kina ante la peligrosa, exótica, pero casi púber Halana “Leoparda” Dos Santos. Aquel día fue glorioso para el deporte peruano, más allá de que la rival no estuvo a la altura que todos esperamos, Kina dio una demostración de respeto y de coraje, a la mala, a la desesperada y todo, consiguió su objetivo de retener el título mundial (de esos que tanta falta nos hacen por aquí, ¿o no Manuelito?). Sin embargo pocos reflexionaron sobre otra pelea que se disputaba también ese mismo día, la cual, a diferencia de la de Kina, era una pelea que más parecía una guerra; y llevaba varios meses disputándose en salas de hospital. Micky Rospigliosi se enfrentaba a un rival más temible que “Leoparda”, o que la misma Kina; enfrentaba a un rival que sale campeón al menos 6 millones de veces por año alrededor del mundo, venciendo rivales con una crueldad implacable, sin importar sus edades, condiciones sociales, razas, sexos u ocupaciones.

Finalmente, tras una admirable lucha, Micky sucumbió ante las virtudes boxísticas del cáncer; y perdió en el último round, dando una pelea por demás complicada, aún cuando el cáncer pensaba que aquel gordito pelón caería en el primero y por knock-out. No seré de la partida de los pateros que ahora dicen haberlo admirado desde siempre, cuando en muchos casos está más que claro, no ha sido así; pero lo que puedo decir, y gritar a los cuatro vientos, es que en algún momento tenía podrido a mi viejo, ya que mientras él quería ver sus películas en el cable yo me la pasaba viendo programas deportivos, y entre ellos uno de los que siempre me enganchaba era el de Rospigliosi. El gordito (y perdonen la conchudéz) era asado, era hígado, algo así como lo es ahora Phillip Butters; siempre metiéndose con Burga y su séquito de comechados, siempre hablando las verdades de una manera cruda, dostoievskiana, y hasta kafkiana. A él lo llamaban a diario, amenazándolo, para que deje de meterse con Manuelito, pero él nunca claudico, y hasta en sus últimas ediciones lo siguió pateando; a veces se pasaba de conflictivo, pero creo que en la situación en la que estamos ser conflictivo no es ningún pecado y hasta quizás pueda ser una solución. Dio sus días, tardes y noches a la mejora del deporte que más nos apasiona, y eso hay que valorarlo; mientras otros optan por ceñirse a frías normativas (saludos, Eddy) o simplemente a quedarse callados (nada personal Erick, Gonzalo y todos mis futuros amiguitos de CMD y Direct TV), él nunca renunció a retar la actual dictadura futbolística a la que estamos sometidos. No puedo decir que lo admiré, tampoco puedo decir que era mi ejemplo a seguir, sólo puedo decir que veía su programa cada vez que podía, y que siempre que hablaba me abría los ojos que otros me cerraban.

Sólo por eso, y porque fuiste un ser humano que siempre demostró ser de carne y hueso, desde este lejano rincón, te deseo el mejor de los descansos, Micky. Ojala donde estés no hayan Burgas ni vedettes sacavuelteras; menos colegas doblecara, creo que sin esas cositas ya podrás estar más que tranquilo, y yo también, si algún día me tocara tu suerte.

La paz sea contigo, maestro, y saludos a tu viejo de parte del mío.

lunes, 6 de julio de 2009

Crónicas de un cajero (Parte II)

“Yo soy tu cliente”

A veces me pregunto qué demonios han hecho los clientes para que las políticas empresariales exijan tratarlos con tanta amabilidad. Sé que algunos de ustedes (tal vez totalmente identificados con las últimas teorías en Administración de Empresas) me responderían con soltura: “fácil pues… los clientes son la razón de la existencia de cualquier empresa”, no pues, para mí esa respuesta carece de convencimiento.

Durante mi experiencia como cajero de un banco he podido experimentar la tragicómica relación entre los clientes y quienes representamos a la empresa que a ellos brinda diversos servicios o productos, y he podido divisar varios tipos de clientes. Quienes hayan hecho caja alguna vez, quienes hagan caja actualmente, o quienes harán caja en algún cercano futuro, podrían desmentirme o darme la razón.

Tipo de cliente 1, o cliente “para depositar”:

Es el tipo de cliente más abundante en las agencias bancarias; parecen tener un antiguo cassette incrustado en sus vidriosas gargantas, y por más que saludes como el banco lo exige (“señor, buenos días (tardes, noches), ¿en qué lo puedo ayudar?”) ellos ya te soltaron la maldecida frase “para depositar”. No importa si los saludaste o no, si los miraste o no, por último, no importa si los llamaste de la cola (aunque casi nadie respeta eso, sólo se chantan sin importarles que puedas estar haciendo algo importante que no tenga que ver exclusivamente con algo que ellos quieran), simplemente ya están ahí, frente a ti, y te recuerdan sus intenciones: “para depositar”. Lo peor del caso es que gran parte de las veces no van, exactamente, a hacer un depósito bancario, vale decir el acto de depositar “x” cantidad de dinero a una determinada cuenta de ahorros; sino más bien pretenden pagar tarjetas de crédito, pretenden pagar servicios, pretenden pagar mensualidades de colegios, y lo más horroroso, pretenden pagar préstamos bancarios. Para ese tipo de clientes, todo lo que acabo de mencionar tiene un solo nombre: “depósito”, no se complican la vida usando un poco más el cerebro y simplemente cambiar esa odiosa palabrita por otra (aún más odiosa, quizás) palabrita como por ejemplo “pago”, o “abono”. En fin… y como dije anteriormente, la mayoría de clientes de una agencia pertenecen a esa creciente índole: “para depositar”… ¡argh!

Tipo de cliente 2, o cliente “vengo a retirar”:

Algunos clientes se olvidan de la existencia de los cajeros automáticos y prefieren hacer largas colas para hacer un retiro desde sus, por lo general, famélicas cuentas de ahorro. Cuando llamas a un cliente, “adelante por favor”, y dicho personajillo te soltó la frase “vengo a retirar” tienes que estar preparado para todo. A veces es justificable, ya que retiran menos de 20 soles o cantidades mayores a 1500 soles, y esos tipos de retiro son sólo factibles por ventanilla. Sin embargo en la horrorosa mayoría de veces, los clientes retiran montos exactos de dinero, 50, 100 o 200 soles. Al principio me mataba explicándoles que ese tipo de operación la pueden hacer por cajero automático, pero conforme el tiempo fue pasando, mis ganas de ayudar se fueron al tacho (me dan excusas tontas como “ay pero ya estoy aquí, pues” o “es que no sé usar el cajero” – pero si es casi lo mismo…), y lo único que hago es ejecutar la transacción 50/110 con total resignación, a sabiendas de que ese espacio ocupado por dichos clientes podría haber sido utilizado por una persona que de verdad necesita hacer una operación vía ventanilla – además de reducir en buen tamaño una cola que en varias ocasiones transgrede el aforo de la agencia. Sin embargo hay algunas variantes de este tipo de clientes que de verdad me desesperan; algunos llaman “retiro” a la muy conocida transacción de “cobro de cheque”… carajo, no es lo mismo… es decir, como acto es bastante parecido, un cheque, como ustedes sabrán, es una orden de retiro desde una cuenta corriente, pero no es lo mismo. Entonces los escucho, y me dicen: “quiero retirar” – “correcto, señor (a), pase su tarjeta por favor” – “no, hijo, te he dicho que quiero retirar” – “por eso, señor (a), pase su tarjeta por favor” – “pero me han dado esto” – y te muestran aquel pedazo de cartulina. Entonces les explicas con paciencia lo que en realidad quieren hacer, pero es en vano, morirán pensando que cobrar un cheque es lo mismo que retirar, y es más, antes de sus muertes dejarán a sus hijos como herencia varios cheques para que ellos “retiren”. Otros clientes exasperantes son los que van a retirar y no tienen tarjeta. Al pedirles que pasen su tarjeta por la lectora te dicen que se la olvidaron, “pero es mi cuenta”… está bien pero “¿y su tarjeta, señor (a)?”. Además de todo esto suelen desesperase al ver que su dinero, siendo “SUYO”, no puede salir del banco por falta de esa bendita tarjeta que a algunos molesta cargar. En fin, creo que una tarjeta no pesa tanto, ¿o sí?

Tipo de cliente 3, o cliente “el banco acepta todo”:

Es uno de los tipos de cliente más odioso que puede existir en el mundo entero. Asumo que en el mundo entero existen, aunque doy por descontado de que en Latinoamérica (tierra de los “vivitos”, “criollitos”, “chéveres”, “pendejitos”, “cancheros”, “vaciloneros” y “bacancitos”) la cosa es más que desastrosa. Las benditas leyes exigen a los bancos aceptar prácticamente cualquier billete o moneda nacionales con tal de que cumplan la única condición de no ser falsos. Aunque esas leyes sean relativamente beneficiosas para muchas personas que de verdad trabajan con dinero desgastado y deteriorado (por ejemplo el parque industrial de Villa el Salvador, el Mercado Central, Mesa Redonda, o el mercado de Santa Anita), lo cierto es que hay algunas empresuchas que ven al banco como un basural fiduciario antes que como una entidad bancaria. Parecen juntar los billetes más horribles y rasguñados de sus arcas para luego hacer una suerte de omelet algodonado y mugriento, luego contar cuánto dinero hay para entonces mandar al más achorado y desvergonzado emisario (claro, los mismos tesoreros no se atreven a ir) al banco (que por cierto soltará la frase “para depositar”) con la maligna intención de que el pobre cajero que los reciba tenga que contar billete por billete tratando de armar un rompecabezas, para posteriormente hacer su pequeño “lavado” de activos depositando el dinero a su cuenta o pagando algún servicio básico. Es inevitable poner cierta cara de fastidio, algunos cajeros (no es mi caso) no se aguantan y les hacen saber su incomodidad, a lo que ellos responden con la frescura de un comercial de pasta dental: “el banco acepta todo, ¿o no?”, frase desdichada, que de seguro seguirá trayendo incomodidades durante mucho tiempo más. Y si creen que esto es bastante, ahí les va un parcito más; pues existen los clientes que sólo pagan con monedas, aprovechándose de que el banco (por esas, insisto; “benditas leyes”) está en la obligación de aceptar hasta 1000 soles en feble, ¿se imaginan?, un cliente podría depositar hasta 1000 soles en monedas de 1 céntimo sin que nosotros, los más afectados, podamos decir una sola palabra (bajo pena de multa para el banco, y lógicamente bajo pena de despido para nosotros). Y para colmo de males, a esos clientes les encanta ir en horas punta, horas que preceden por minutos el cierre de la agencia, llámese 5:40 pm. o 5:55 pm. atrasando de manera impiadosa la salida de los que ya queremos irnos a descansar luego de un agitado día. También existen aquellos clientes que piensan que esas mismas leyes también cubren a la moneda extranjera más usada, el Dólar americano. Llegan con sus billetes rotos, gastados y deteriorados, las expresiones de Jackson, Franklin y demás celebridades de la independencia gringa parecen haber sufrido los estragos de la más terrible lepra, desdibujándose con el solo toque de mis dedos. Entonces se explica, “señor, no aceptamos dólares rotos ni deteriorados”, a lo que ellos siempre responderán, una y mil veces: “¿cómo?, ¿ustedes no son banco?; el banco acepta todo”. En fin.



Tipo de cliente 4, o cliente “mi cuenta es del extranjero”:

Afortunadamente no son muchos, pero son (como diría el buen Vallejo). Al menos aparecen por mi ventanilla un par de veces por semana. Son peruanos, pero tienen un DNI extraño, un DNI distinto, que no es como los otros, vale decir “distrito: Villa el Salvador”; “Surquillo”, “Provincia Constitucional del Callao” o “Lince”, dice más bien, “New Jersey”, “Montreal”, “Washington”, o “California”. Sí, son los odiosos peruanos en el exterior que suelen pasar sus vacaciones en Lima. Odiosos no por algún motivo en especial, técnicamente nada me han hecho. Tampoco hacen un mal al mundo, es más, quizás la mayoría de ellos sean compatriotas de éxito, filántropos, buenos padres de familia o predicadores religiosos caritativos. Pero no saben cómo joden, cómo complican la vida, cómo se hacen odiar. Estás tranquilo en tu ventanilla atendiendo a clientes clásicos (de tipo 1, 2 o 3), hasta que de pronto llega un tipo con rasgos andinos pero con una camisa de mucha pinta, aunque siempre con los dos primeros botones sueltos, mostrando sus vellos pectorales. Te hablan con un acento raro, y te dicen: “¿puedo hacer un retiro?” – “claro señor”, respondes tú, sin tener la más mínima idea de lo que está a punto de sacar de su billetera. De pronto saca una tarjeta rarísima, con colores que nunca antes habías visto en alguna otra tarjeta. Con impresiones en ingles, con el nombre “Juan Pérez Huamán” en la parte posterior, y con el logotipo de un tal “Bank of América”. “¿Qué carajo es esto?”, de seguro le querrás preguntar, prefieres hacerlo por las vías formales; “señor, ¿de qué banco es esta tarjeta?” – “mi cuenta es del extranjero”. Y punto… no te dice más. Te da su documento de identidad, y ve tú qué haces. No sé si tengan idea de lo complicado que es retirar dinero de cuentas extranjeras desde bancos locales. Se debe de pedir autorización al Jefe de Servicios, quien a su vez deberá pedir autorización a la firma de la tarjeta (llámese Visa, MasterCard, o American Express), en una llamada que podría demorar horas en concretarse. El jefe deberá saber bastante de inglés, porque aquellas firmas no piensan tanto en los latinos, y sus operadoras desconocen nuestro idioma. Luego de balbucear (y poniéndonos en el caso de que el mensaje sea bien entendido por la operadora), el jefe deberá esperar la confirmación del permiso, y anotar el código que la operadora le dará. Al anotar el código acabó la participación del jefe, y la operación vuelve a las manos del cajero, quién deberá ejecutar la transacción 50/91 para disponer efectivo de tarjetas extranjeras. En resumen: UN CHAMBON. Menciono a los peruanos residentes en el exterior, porque quizás un visitante extranjero no tenga los suficientes motivos ni facilidades para abrir una cuenta en un banco local. Sin embargo un peruano emigrante sí. Podrían no complicarse la vida abriendo una cuenta con 300 soles. Las cosas le serían más simples, tanto para ellos como para nosotros, pero no pues… parece que la pana del acentito agringado, del DNI raro, y de “mi cuenta es del extranjero”, no tiene precio.

Tipo de cliente 5, o cliente “… ya, y también quiero…”:

Si pudiéramos exterminarlos, de seguro lo haríamos. Yo también soy cliente de varios bancos, y me ha tocado estar en varias colas. Mis operaciones han sido siempre variadas, pero por una cuestión de respeto y de ética, nunca he aceptado realizar más de dos operaciones, por mucho que mis amigos me pidieran de rodillas pagarles la universidad o la rectificación de matrícula, o que algunas enamoradas me pidieran depositar a sus cuentas – “háganlo ustedes mismos” – les decía, y me iba tranquilo. Mi estancia en la ventanilla duraba poco más de un minuto, luego me iba con la fe de que nadie me habría mentado la madre a mis espaldas (aunque ahora que lo pienso, quizás mis amigos y mis enamoradas lo habrían hecho). Sin embargo a algunos eso les importa poco; y parecen ir al banco representando a 20 o 30 personas a quienes simplemente no les dio la regalada gana de hacer la cola. Empieza con un retiro de 1500 soles, le das el dinero, y luego te dice, “… ya, y también quiero pagar este recibo”, te da un recibo de luz y te comienzas a preguntar porqué chucha no te dijo que el dinero regresaría a tu caja, de esa forma no te hubieses dado el trabajo de contarlo, y entregárselo. Efectúas el pago, le das su vuelto, y luego te dicen, “ok, pero también quiero pagar esto”, entrega otro recibo, esta vez es de teléfono, con un nombre distinto, te vuelve a dar dinero, y das un nuevo vuelto… “¿algo más en que lo (a) pueda ayudar, señor (a)?” – sí, ahora quiero depositar”… y ¿adivinen qué?, te da un número de tarjeta de crédito (…sin palabras…); entonces se conforma una sucesión de pagos, y eventos desagradables. Aquel señor o señora que se encuentra en la parte más longitudinal de la cola, comienza a refunfuñar y a murmurar con otros clientes que sienten el estanco, se comienzan a escuchar los “mch”, en señal de fastidio, y lo peor de todo es que comienzan a mirarte con la mirada más incisiva posible, con la notoria intención de meterte presión y apurarte en atender a tan desatinado cliente, sin considerar que de hacer eso, a la hora del cuadre final, puedas darte con una desagradable sorpresa. Lo más ofensivo de estos clientes es que siempre cargan una pequeña maletita, de donde van sacando los recibos uno a uno, quizás de hacerlo todo de golpe las cosas estén más claras desde el principio y el dolor sería más reducido, pero así es el criollismo pues, los “vivos” son así. Y no hay lugar a reclamo, debes hacer cada operación que se te indique sin titubeos ni quejas y con la mayor de las concentraciones, puesto que como es sabido, muchos timadores utilizan el viejo truco de las mil transacciones para confundir a los cajeros. Finalmente se acabaron los recibos, ves la hora y te das cuenta de que han pasado 35 minutos desde que aquel cliente arribó de manera sorpresiva a tu ventanilla. Pero falta la cereza de la torta, el cliente saca de su maletita el último suspiro de una alargada muerte, nada menos que un cheque por 1500 soles… insisto, si pudiéramos exterminarlos…

Tipo de cliente 6, o cliente “el banco lo sabe todo”:

No crean que se trata de un halago, se trata simplemente de una muestra facilismo extremo. Y es que algunos clientes van al banco con la intención de realizar operaciones en las cuales se necesitan códigos que no manejamos. El ejemplo más claro son las papeletas. Angustiados conductores de combi, taxistas y demás transportistas públicos, se acercan a las ventanillas con el objetivo de pagar sus infracciones (muchas de ellas, injustas y abusivas, por cierto); pero al querer efectuar la operación te das con la sorpresa de que no tienen nada más que su número de placa o su DNI. Aprovecho este espacio cibernáutico para decirles: ¡LLEVEN SUS PAPELETAS, POR FAVOR!; en ese momento trato de explicarles que las papeletas llevan códigos especiales para buscarlos en el sistema con total rapidez, pero ellos insisten: “¿no puedes buscarme con mi DNI?”, “¿no puedes buscarme con mi nombre?”… carajo, y otra vez, ¡carajo!, de que se puede, se puede… pero ¡DEMORA!, y el cliente que está a la espera de su turno no piensa en eso, sino en que los demorones somos los cajeros, por lo que te miran con rabia e indignación, y en algunas oportunidades hasta sientan su queja con el mismo gerente de la agencia, quien, aun siendo parte del banco, tampoco te dará el beneficio de la duda. La parte más magra de este tipo de clientes es cuando te exigen llamar a la municipalidad de Lima para pedir esos códigos. No estamos obligados a hacerlo, les explico, pero la necedad es parte importante de este tipo de clientes, quienes, a medida que las leyes de transporte se vuelven más aplastantes, van en un aumento exponencial por demás alarmante.

Y como lo “mejorcito se deja para el final”, aquí les va el más odioso tipo de cliente que pueda existir en el mundo bancario.

Tipo de cliente 7 (número cabalístico), o cliente “pero sólo tengo mi DNI”:

Aunque pueda parecer una variante del tipo de cliente 6, decidí separar este tipo de clientes por un motivo especial, la facilidad para hacerse odiar en tan solo nanosegundos. Quizás con los otros no suceda eso, y hasta quepa la chance de terminar la operación con un final amical y hasta feliz. Pero con el tipo de cliente 7 nunca es así, ni será así mientras los cajeros sigamos siendo humanos de carne, hueso y harta sangre. Hay algunas personas que parecen entrar a una agencia bancaria solamente para joder, personas que en realidad, tal vez, no tengan nada que hacer en sus casas, quizás no tengan esposa, esposo, hijos, amantes, vicios, hobbies, o demás quehaceres. De repente se dirigen al puente a matarse y antes de hacerlo deciden entrar a una agencia bancaria para ver qué pasa o reírse un rato demostrándose a sí mismos estar vivos y latentes en su mundo cruel: “buenos días, señor (a), ¿en qué lo puedo ayudar?” – “hola, quiero hacer una transferencia de mi cuenta corriente en Dólares hacia una cuenta extranjera. La cuenta de mi amigo es en Euros, pero quiero que el dinero llegue en Libras Esterlinas, ¿sabes no?, en Inglaterra todavía se usan las Libras; sin embargo me gustaría que las comisiones me las cobres en Yenes, porque también tengo una cuenta en Yenes, aunque no sé si estará activa, porque no la uso hace tres años… si falta dinero tengo soles en efectivo, me haces el cambio con una tasa preferencial pues, no seas malito. No tengo el número de cuenta de mi amigo, ¿tú la puedes ver en tu sistema no?, tampoco tengo mi número de cuenta, aunque creo que está apuntado en esta libreta (saca una suerte de agenda notoriamente raída por el tiempo), toma, ¿la puedes buscar?, debe estar entre estas dos páginas, tú debes saber; y por favor hazlo rápido porque estoy recontra súper archi apurado (a), pero sólo tengo mi DNI, con eso siempre hago esa operación en todos los bancos…”; podrían pensar que se trata de una amarillista y sensacionalista exageración mía, no los culpo, en su momento creí que "Damián y El Toyo" me estaban filmando, pero en la expresión de aquella persona se notaba un escalofriante realismo y una implacable frialdad, que me hicieron crear un odio tan profundo que no pude ocultar ni cerrando mis cuatro ojos. Casi temblando me acerqué al sitio de mi jefe con la esperanza de recibir el apoyo moral que necesitaba; con la esperanza de que saliera de su hueveo habitual para decirle a ese cliente que había perdido el juicio, y que hacer una operación de esa naturaleza era sencillamente imposible y más imposible aún (si cabe el termino) hacerlo sólo con la ridiculez de su DNI. Sin embargo mi jefe, como casi todos los jefes (y de seguro por eso llegaron a jefes) es normativo; para mí ser normativo tiene dos sinónimos: robotizado y esclavo. Y no dudó en decirme en que esa operación sí se podía realizar, que podríamos averiguar la cuenta del sujeto en Inglaterra, que el cliente de la ventanilla sí tenía cuentas en Dólares y Yenes (ni siquiera tenía algún rasgo asiático, ¿fanático de los animes?, tal vez) y que lo único que tendría que hacer aquel aborrecible personaje era llenar un puto formulario con los datos que NOSOTROS le proporcionaríamos. Cuando el cliente supo que tendría que tomarse el trabajo de llenar un formulario nos pidió que lo hiciéramos nosotros para luego firmarlo. Como la normativa no lo exige, mi jefe (mostrando involuntariamente una hermosa piedad) le dijo que tenía que ser con su puño y letra. El cliente se fue molesto: “¿qué?, ¿no saben escribir?, nada saben hacer, malagracias de mierda”… se marchó junto con mi odio, y con la satisfacción de joderme el día (eso era lo único que quería), y vaya que me lo jodió, me dejó tan movido que esa misma noche, al hacer mi cuadre de caja, 100 dólares faltaban en mi cajón. Ese noche hice zapping en todos los programas de “cámaras indiscretas”, pero ninguno sacó mi caso… no era broma, era en serio, y en serio, señores, me cagaron.

Hay varias cosas que voy aprendiendo de los clientes, una de ellas es que hay infinidad de especies, como la más variada fauna, otra de ellas es que, no importa qué tan buenos parezcan, siempre estarán a la espera de una falla tuya. Aunque vale decir que hay clientes honestos, de esos que dan la esperanza de que algún día los cajeros seamos mejor tratados o considerados, empezando por el mismo banco donde trabajamos, cuyas normativas y leyes internas nos apoyan tan mínimamente. De cualquier forma, algo es seguro, si algunos de ustedes soñaba trabajar de cajero en un conocido banco (como yo lo soñé alguna vez – porque se ve bonito, porque siempre están sentaditos, bien limpiecitos, bien peinaditos y afeitaditos, porque se dice que mal no pagan y además pagan puntual, porque te da caché, porque “a un banco cualquiera no entra”, etc.), ahora lo estarán pensando más veces de las que lo soñaron.

PD. Dedico este post a la raza cajera. No sé si sea de esa raza, pero ahí estoy con ustedes, en pie de guerra o al filo de la normativa. Un abrazo.

martes, 30 de junio de 2009

25 de Junio del 2009 - Día Internacional de La Muerte

Creo que sólo faltaba yo

La muerte siempre es sorpresiva, incluso cuando llega a través de enfermedades largas y penosas. Siempre te sorprenderá saber que alguien que conocías o querías murió, dejó este mundo, para enrolarse en otro quizás un poco más cuerdo, o de repente por la simple razón biológica de que somos tan vulnerables como el carozo de un durazno.

Lo sucedido el pasado jueves 25 dejó a todos en un estado de shock. Personajes conocidos de nuestra variopinta farándula y de la farándula internacional iban desapareciendo sin dar lugar a respiro. Eso me trajo algunas cosas en la cabeza mientras trataba desesperadamente de concentrarme en el trabajo: ¿qué diablos es la muerte?, más allá de la vetusta excusa de que “el hombre teme a lo que no conoce” siempre me llamó la atención ese desatinado estado natural al que todos hemos de llegar algún día. En muchas ocasiones creí temerle, luego me desengañé, e incluso se me crearon ciertas ganas de experimentarlo (lo que no quiere decir que sea un suicida en potencia, aunque, quién sabe). Las situaciones en las cuales enfrentamos a la muerte pueden ser pocas o muchas; particularmente me he enfrentado pocas veces a ese “peligro”. Pero siempre lo vi cerca, en familiares, en amigos, en mascotas. Tal es así que la primera vez que realmente experimente las maldades de la muerte fue cuando mi mascota falleció. De pronto sentí que había muchas cosas que debí hacer junto a ella, o por ella, y no las hice. Quizás esté ahí una de las claves de nuestro temor a la muerte, un temor hacia lo ingratos que podemos ser con aquella persona que nos dejara. Eso viéndolo desde el punto de vista de un tercero, claro está. Desde el punto de vista en primera persona, creo que lo que más tememos de la muerte es, más bien, la forma de morir. Es diferente morir en un choque (instantáneamente) que morir tras una larga y horrorosa enfermedad. Es diferente morir ahogado que morir asfixiado, y diferente morir quemado a morir electrocutado. Hay miles de formas de encontrarse con la muerte, me pregunto cuál sería la peor…

¿La de Alicia en el país de las dobles caras?, echada cómodamente en su cama mientras un vil asesino aguardaba detrás de ella, llevando entre manos un cuchillo y una correa. ¿Debe de ser horrible?, ¿Alicia habría sufrido?, ¿habría pensado que no se lo merecía?, ¿habría pensado en los sucesivos errores que cometió?, ¿habría pensado que quizás nunca fue feliz?, o quizás, ¿habría muerto tranquila pensando que cumplió sus mayores metas? Todo es una incógnita, ella se llevó la verdad, en lo que todos estamos de acuerdo es que fue una forma execrable de perder la vida; y que quizás nadie se la merezca. Un asesinato, por lo general, es cobarde; y eso ya le da un toque espeluznante que de repente no tienen las enfermedades ni otras formas de morir. Sin embargo, sigo pensando cuál sería la peor forma de pasar a “mejor vida”…

¿La del, ahora eterno ángel, Farrah Fawcett?, aquella sex simbol con la que tanto habrá alucinado mi viejo en sus años mozos. Morir de cáncer debe ser, en realidad, la muerte más penosa de todas, aunque no sé si la peor. Si bien es cierto el sufrimiento es continuo y extenso, te da la chance de luchar por tu vida, digamos que una enfermedad larga es algo piadosa en su forma de matar, aunque irónicamente nunca detiene su marcha. Pero por otro lado siempre pensaré que son los familiares de un enfermo quienes se tienen que soplar todo el sufrimiento que quizás el agonizante soslaya con su lucha. Si a esto le sumamos que el tiempo nos prepara para todo (o casi todo), podemos estar frente a una forma no tan fea de perder la vida. Aunque, insisto, no deja de ser triste. Aún me quedo pensando, cuál sería la peor forma de dejar este mundo…

¿La del mítico Michael Jackson?, a quien todos señalábamos por más de alguna barrabasada (humana, ¿ves?, no eras un dios) que cometía, y que ahora todos tildan de genio incomprendido. Debe de ser algo complicado estar con las justas y que de pronto sientas que dependas de otros para poder decir que estás vivo. Michael vivió ese horrendo estado desde hace mucho tiempo. Se le fue la mano, eso es seguro, pero ni sus millones pudieron alejarlo de las negligencias médicas (irónicamente, tampoco de las deudas). Debe de ser jodido sentir que todo está como siempre (o sea, normalmente cagado) y que de repente sientes un fuerte hincón en el pecho que te quita el aire, y ya no sientes tus latidos. Debe de ser jodido sentir que te mueres sin siquiera estar realmente enfermo, o haberte estrellado en algún avión o automóvil. Debe de ser jodido, claro que sí, pensar que mientras hay vida hay esperanza y que en pocos segundos la vida y todas sus esperanzas se esfumen sin que nadie esté ahí para ayudarte, o siquiera decirte: “chau, gracias por todo tu legado, eres un genio”, o simplemente: “perdón…” es jodido morir así, y por eso creo que la muerte de Michael fue la peor de las acontecidas aquél fatídico 25 de Junio. Fue la peor porque fue la más sorpresiva; porque nadie la planeó, porque nadie la esperaba; siquiera en la muerte de Alicia Delgado había alguien que ya sabía que eso pasaría. Con Jackson no fue así. Simplemente se fue. Y yo que pensaba que con todos los artistas exitosos que iban pisando, uno a uno, tierras lorchas, Michael se olvidaría de la puta contaminación limeña y vendría a reconquistarnos con su genialidad.

La muerte es parte de la vida, siempre nos estará rondando, y esperando. Siempre la sentiremos cerca, a pesar de que contemos con buena salud, a pesar de que veamos a los demás con buena salud, y con tantas ganas de vivir. Pero, piensen en esto un instante, quizás la muerte sea una oportunidad; una oportunidad para decir las cosas que sientes, una oportunidad para no dejar cabos sueltos, una oportunidad para vivir… increíble, ¿no?, la muerte es una oportunidad para vivir, a eso llegué. Si no existiera la muerte tampoco existiría la vida. Si crees que alguien es un genio, díselo, si crees que alguien es jodido, díselo también, pero no esperen a que la muerte nos gane la partida. Quizás por eso esté escribiendo todo esto, porque de repente mañana no podré hacerlo, quién sabe: la muerte me puede estar esperando debajo de la cama.

PD. Dedico este post a doña Lidia, por ella nació la señora Jenny, y por Jenny nació mi flor de la canela. La señora Lidia falleció el 25 de Junio; el día internacional de la muerte nos tocó a todos. Pensamiento final, cortesía de El Gran Combo de Puerto Rico, “lo que me vayan a dar, que me lo den en vida”.

jueves, 11 de junio de 2009

Y volvemos al "Hoy"


Simplemente no pude seguir ajeno

Y volvemos al hoy, con la selección dando lecciones de vergüenza, pero no la deportiva sino la del alma, quizás la más dolorosa. Con un Rodríguez impreciso, con un Zambrano que aún no es de “primera división”, con un Vílchez apático, con un Prado limitado; y con un Fernández rescatable pero siempre perdedor. Y volvemos al hoy hablando de “Cachito” Ramírez y su indefinida posición de “10” armador, con un Vargas pundonoroso pero insuficiente, con un De La Haza siempre poco inteligente, con un Rainer que aún sigue pensando si jugó por la “U” o por la Selección. Y volvemos al hoy hablando de nuestro decepcionante Paolo Guerrero, a quien todos brindamos lo poco de nuestra esperanza, pero parece haber caído en la atmosfera de Pizarro, y no la luchó, simplemente no la luchó, más allá de que Carlos Álvarez lo tenga podrido, en la cancha las cosas son sencillas, o te matas o te matas; y finalmente Fano, quizás con sus limitaciones y todo sea nuestro mejor elemento junto con Vargas; no tuvo una buena actuación, pero su entrega será siempre incuestionable, aunque valgan verdades a veces no soporto su dejito colombiano. Y volvemos al hoy hablando de los suplentes, de ese tal Roberto Merino, alias “Maradonita” (¿me perdí de algo?), quien al tener la pelota sólo demostró ser el “malabarista” del que se hablaba, pero no ató ni desató ningún cabo; hablamos ahora de Wally Sánchez, siempre ganoso pero casi nunca productivo, y esto también llevándolo al plano de Alianza Lima, donde sinceramente se luce sólo por lo deslucido de nuestra “Peruvian Premier League”. ¿Alguien más entró?, ah sí, Josemir Ballón, extraño verlo ahí, extraño que lo hayan convocado, ¿no, Chemo?, ¿será otro de tus experimentos, acaso?

Y volvemos al hoy hablando del partido en Lima: Ecuador no nos pasó por encima, tampoco dramaticemos, pero el problema es que no sabemos ganar, ya es una cuestión mental, habitual y que poco a poco, alarmantemente, se hace natural. Y es que los equipos sudamericanos ven a Lima como la plaza más asequible y eso sí que no es dramatizar. Mi pregunta es, ¿hasta cuándo durará esto?, no sé si un cambio dirigencial cambie todo el panorama… sinceramente no lo creo. Mucho menos creo que si Chemo se va todo cambie, quizás mejore, pero no sería el cambio al que me estoy refiriendo y que, estoy seguro, todos los seguidores de la selección queremos. La verdad es que me preocupa más eso que cualquier otra cosa incluyendo el siempre tocado “futuro del fútbol peruano”. En realidad todos queremos que Perú gane, y que lo haga ya, lo del futuro se lo dejamos a la vida, a Dios, al destino o quien quiera que se encargue del tema. Y volvemos al hoy, resumiendo, Ecuador ganó y fue con justicia, ¿Por qué?, porque hizo los goles, y en el fútbol de hoy a ESO se le llama justicia. Mientras por aquí no lo entendamos, seguiremos sumergidos en lo más profundo del water, de donde, por cierto, Bolivia y Venezuela ya nos abandonaron hace buen rato.

Y volvemos al hoy, cuando ayer, algo excitado acudí a una heladería cercana a mi agencia bancaria, con la ilusión de ver a un Perú que al menos deje algo para “reconocer”. Siendo sincero no esperaba ver a Colombia pasar por tantos aprietos, siendo una selección siempre vigorosa y arrolladora. Sin embargo volvemos al hoy y volvemos al tema de siempre: la justicia en el fútbol ya cambió de nombre y se llama “gol”. Colombia hizo el gol, Perú no, y se volvió a perder. Aún no he visto la tabla de posiciones, me basta con saber que Perú está en el fondo, y que es prácticamente imposible que salga de ahí (menos con lo que se nos viene – Uruguay en Lima y Venezuela en tierras chavistas), sólo sé que estamos cagados, total, es algo que ya sabemos todos, ¿verdad?, entonces, ¿qué demonios hago escribiendo sobre esto?, como lo dice el subtítulo del post, “simplemente no pude seguir siendo ajeno”, para aquellos que dicen que mis artículos pseudo-periodísticos aburren, les digo: disculpen, simplemente no pude seguir siendo ajeno.




Y volvemos al hoy, cuando miramos hacia las siempre calientes tierras de la amazonía, tan calientes que ya se volvieron un verdadero infierno. Joseph Bruchac describió el encuentro de dos mundos de una manera algo romántica aunque siempre sangrienta, pero imagínense cuánto tiempo ha pasado, y parece que el compadre se quedó corto. Esto ya es una guerra de mundos, yo sinceramente no sé a quien apoyar. En teoría “los buenos” son los indígenas, pero no sé si se llore tanto la muerte de un “malo” como la han llorado los familiares de aquellos policías caídos. Tampoco creo que en la amazonía no se estén derramando lágrimas. Para mí si dos personas se están matando las dos están equivocadas, y sólo esas dos personas saben cuando finalizar el suceso. Sonará conformista, pero mi opinión es: que se maten hasta que se cansen, y se den cuenta de que la sangre no curará sus males, ni satisfará sus carencias.

Y volvemos al hoy, y volvemos al frío capitalino, que aparentemente me ha vuelto más frío de lo usual.

domingo, 7 de junio de 2009

Mis ídolos

La gente que cambió mi forma de pensar y vivir

Pretendo en este post resaltar a las personas y personajes que, durante el paso de los años, han ido amoldando mi identidad, mi forma de ver el mundo y la vida. Lo que soy ahora, mal que bien, es gracias a ellos. (Vale aclarar que el orden de los nombres no representan, necesariamente, la importancia de sus influencias, es sólo como lo escribí, y punto):




Marcos (Homero; a la izquierda de la foto de encabezado, y con 20 kilos de más en aquella época)
 
Fue capaz de soportar mis huevadas durante 26 años (incluyendo una convivencia de cuarto por 8 años); mi viejo es un ser extraño, por un lado encierra la ternura de un niño, sin embargo me enseñó a ser bravo cuando sea necesario, y su agresividad sea quizás la clave por la cual me pueden decir de todo menos “esclavo”. Ha sabido llevar a mi familia hasta un nivel poco pensado por muchos; cosa que yo difícilmente haré teniendo la mitad de su corazón. A pesar de sus defectos (que son tantos pero no tantos como los míos), mi padre es un ser de principios, con una voluntad inquebrantable que hicieron de mí un admirador leal de sus convicciones; con algunas posturas a lo “Homero Simpson”, mi viejo será siempre mi mayor mentor y la parte cariñosa de esa suerte de “control dual” que se ha ejercido en mi familia durante todos sus años de formación.

Carita (Chary; a la derecha de la foto de encabezado, ella sí está igualita)

Mi vieja es la que se comió mis llantos, la que cargó mi prominente peso y la que cambió mis asquerosos pañales durante años que para ella de seguro han debido de ser sufridos. Su carácter explosivo y mordaz han hecho de ella uno de los pocos seres a quien no puedo derrotar en alguna pelea verbal; pero siempre se gana mis ruegos, mis besos en sus manos, mis invitaciones a la pizzería; y todo lo que jamás haría por nadie más. En buen cristiano, si puedo denominarme un “pisado” sería sólo por ella; una mujer que me enamoró sin querer hacerlo y creo que esa es la manera más hermosa de enamorar, ¿recuerdan el dicho que reza “las mamás siempre tienen la razón”?, mi enorme y abdominal orgullo no me deja reconocer ciertas cosas, pero reconozco esto, mi vieja siempre tiene la razón a las finales.

Rubén

No se preocupen, no hablaré de mí mismo, hablaré de un señor llamado Rubén Blades. Desde la adolescencia amé la salsa, pero nunca le tomé atención a las letras hasta que escuché a dicho señor panameño. Sus líricas tenían un aporte social que no había tomado en cuenta aún leyendo a Marx o escuchando los descarrilados discursos de Haya de la Torre. Blades dio un vuelco total a la imagen de la salsa, hasta ese entonces sólo vista como un simple ritmo contagioso, pachanguero y vacío (como quizás es ahora el reggaeton). Sus letras generaron más de una polémica en cuanto la postura latinoamericana sobre la evidente invasión gringa; y aunque haya sido poco lo que se ha hecho quedarán siempre en el legado musical discos como “Siembra”, “Buscando América” o “Maestra Vida”… adicionalmente a todo esto Blades demostró que un abogado de Harvard puede conservar todo el sabor y picardía de un salsero sin descuidar su labor docente en cada una de sus canciones. Sin lugar a dudas, un genio.



Héctor

¿Qué podría decir de Héctor Lavoe?, fue a su manera un genio y su espectacular forma de cantar fue una de las cosas que me impulso a tomar un micrófono y “a ver qué tal me sale”. Héctor Juan Pérez Martínez (su verdadero y simple nombre) fue de esos genios que no saben que lo son; y cada canción que interpretó guardaba un sentimiento especial y distinto. Y si a esto le adherimos el amor que la gente le tenía, estamos hablando de un fenómeno por demás influyente y exquisito. Lavoe no se parecía a nadie, pero muchos quieren parecerse a él, con relativo éxito y eso se festeja; pero sólo los que hemos sentido a profundidad su cantar sabemos que es simplemente inimitable. Me queda siempre una duda, ¿qué hubiera pasado si Lavoe hubiese tenido el cerebro de Blades o si Blades la voz de Lavoe?, pues, señores, Dios hubiera demostrado ser latino.



Frankie

Los que alguna vez me han visto cantar de seguro nunca se han percatado del movimiento de mi pie derecho. Yo tampoco entendía el porqué de su movimiento casi instantáneo y fuera de mi control cuando entono alguna canción tan matizada como una salsa o bolero. El día en el que me compré aquel DVD de Frankie Ruíz comprendí que tengo un pequeño don que él explotó a más no poder: el oído musical. Él también movía su pie derecho, lo hacía sonar contra la tarima, y cuando entraba en los momentos precisos de la canción, me di cuenta de que poseía un oído envidiable, lo que facilitaba su improvisación y fraseo mejor que ningún cantante que haya visto jamás. Dudo mucho que Frankie sea el mejor cantante de todos los tiempos (lo pudo haber sido si no hubiese dejado que la droga lo detenga) pero hasta ahora no he visto un cantante tan acompasado y tan infalible en la improvisación, un verdadero sonero. Los jóvenes de ahora creen en Gilberto Santa Rosa o en Víctor Manuelle. Les digo algo, son buenos, pero no tienen esa capacidad que tenía Frankie de entrar justo en el microsegundo preciso, y fraseando con el verso preciso, y haciéndolo todo tan preciso. En una época actual donde todo esta prefabricado, personalmente, ya no creo en las improvisaciones ni el sabor salsero, creo que todo eso falleció aquel horrendo 9 de agosto del 98, en Patterson, junto a José Antonio Torresola Ruíz, junto al fabuloso “Papá de la salsa”.



Nobuo Uematsu

Este japonesito a muchos les parecerá altamente desconocido, bueno, para mí también lo era hasta que comencé a investigar la razón por la cual los videojuegos de la franquicia “Final Fantasty” tuvieron tanto éxito. No sólo se trata de trama (lo cual dicho sea de paso la mayoría de entregas ha destacado con creces), sino también de la ambientación musical; cada momento, cada personaje con una melodía distinta, de acuerdo a su nicho social y hasta ecológico. Nobuo Uematsu es simplemente otro de esos genios caletas; y si no han escullado alguna melodía suya se las recomiendo con una anormal e inhabitual convicción.


Fedor (Fiódor)

Dostoyevski fue el primer (o el único) escritor que investigué a cabalidad. Algunos profesores de San Marcos siguen pensando que falté a sus clases por ir a jugar Play Station donde la tía Mafalda, pero lo que ignoran es que todo aquel primer ciclo me la pasé encerrado en la Biblioteca Central apasionado con los hermanos Karamazov, con Alexei Ivanovic, y Polina Alexandrovna, y a veces se colaba el gran Romanovich. Juntos tomando té, riendo y llorando por las barrabasadas que vivíamos. De pronto se nos venían las polisemias y echábamos a pensar, pensábamos como filósofos varados, igual que hacía un tiempo atrás cuando dizque cuidaba la casa de mi tío, y disfruté mi primera experiencia viviendo solo. Su prosa realista es lo mejor que se pudo haber escrito desde que tengo uso de razón, y es gracias a sus enseñanzas que no sólo sé pintar pajaritos en el aire, sino que también sé joder cuando es necesario, y lo que no puedo decir con la boca (porque hablo demasiado rápido, no vocalizo y suelo tartamudear) lo hago a través de las letras. A donde quiera que estés, Fedor, espero que algún día podamos conversar sobre el día en el que se jodió este mundo.



Fito

Carta inédita para ti desde el 2008 (extracto de post nunca publicado):

“Hola, flaco, son las 2:38 de la madrugada, ya es sábado, sí, y, ¿adivina qué?, aún no puedo dormir por tu culpa, je. Sigo pensando en cada una de tus canciones, en cada uno de esos temas que tanta magia encierran y que tan bien sabes interpretar con ese sabrosísimo piano que te trajiste desde San Telmo. ¿Sabes?, cuando te conocí no tenía idea de lo que significabas. Te había escuchado con atención sólo un par de veces, se me pegaba tu “Mariposa Technicolor, y tu “Amor después del Amor”… pero más allá de eso prefería vivir interesado en boludeces tales como conquistar chicas en el colegio o reventarme algunos granos. Pero, flaco, cuando te conocí realmente mi vida cambió… fue cuando alguien me regaló “Euforia” y empecé a darme cuenta de tu verdadero e inconmensurable valor. Retrocedí mucho tiempo atrás para recorrer uno a uno tus discos, y me di con tantas sorpresas, con tantas maravillas, con tanta magia, que simplemente no cabe mi agradecimiento en esta carta, la cual muy difícilmente llegará a tus manos (por eso es que quizás notas algo de nostalgia en ella). De cualquier forma mientras tú agradeces a Luis Alberto, a Charly, a Litto y a Chopin; yo te agradezco a ti. Gracias, porque por ti me enloquecí por saber más sobre la música. Gracias, porque por ti fue que me compré aquel empolvado teclado, el cual hasta ahora uso como un bebé que recién aprende a caminar (dime que así empezaste). Gracias, flaco, por las lecciones de locura y riesgo de vida que me has dado en tus canciones; gracias por el “Dar es dar”, por el “Ámbar violeta”; gracias por “un vestido y un amor”, por las “Tumbas de la Gloria”, gracias por “rojo como corazón”, y por el “sable chino”. Gracias por “gracias”, gracias por “La, la, la” (¿será acaso tu mejor disco?); gracias por hacerme amar a tu Rosario sin siquiera haberla visitado. Gracias por “Carabelas Nada”, gracias por tu “Tercer Mundo”. Gracias por tu “Polaroid de locura ordinaria”, y por tu maravilloso “Rey Sol”. Gracias por “dejaste ver tu corazón”, y sobre todo porque dejaste ver el tuyo. Gracias por tu “Naturaleza Sangre” y por la puta “Ciudad de pobres corazones” (tienes otra aquí en Lima). Gracias por tu “Pétalo de sal”, donde seguro se posará siempre tu “Mariposa Technicolor”; gracias, mil gracias, y sobretodo gracias porque por ti descubrí a Charly, a Luis, a Litto, y a Chopin. Seguramente ahora debes de estar en el avión, no tengo a idea de a dónde irás, pero seguro seguirás deslumbrando. Te deseo lo mejor del mundo, porque te lo mereces, porque alguien como tú se lo merece, porque las has pasado verdes y de todos los colores antes de llegar a donde estás y de donde seguro nadie podrá sacarte. Te adoro, flaco, nunca cambies, y nunca dejes de cantar.

Un fuerte abrazo,

Un simple fan, Rubén.
Lima, 11 de Octubre del 2008”



Charly

A mi abuela le da asco, algunos de mis amigos no lo pasan. Mi vieja no lo entiende y en la radio sólo repiten y repiten tres temas suyos. Si en la Argentina Charly García sufrió siempre el síndrome de la “no comprensión”, en el Perú sufriría del síndrome de la “ignorancia”. Muchos ignoran el valor de Charly como músico; no los culpo, lo más conocido de él, al menos por estos lares, son sus escándalos y revuelcos emocionales. Siempre escuchaba a Fito hablar de él como si se refiriera a un dios, para mí Fito es casi un dios de la música, y me causaba curiosidad que él también tuviera ídolos tan sagrados. Decidí investigar a Charly y me topé con el artista más sensible y brillante que jamás haya conocido. Desde sus inicios en “Sui Generis”, pasando por “La máquina de hacer pájaros”, haciendo escala en “Serú Giran” y terminando en un maravilloso “Piano Bar”; en una época de apoteosis para los músicos argentinos más noveles y talentosos, donde destacaban Fito Páez, Fabiana Cantilo y Willy Iturri. Charly lanzó al ruedo a muchos músicos que ahora tienen su propia y exitosa banda. Y lo que más me sorprendió es que él siempre fue el cerebro de todo, de las buenas y de las malas, de la ideología de sus bandas y de los mensajes de sus canciones. En conclusión, un genio absoluto, es maestro de Fito, y eso lo dice todo. Si con esto no se han convencido les recomiendo un parcito: “Desarma y Sangra” y “Cinema Verité”. Canciones ricas, simplemente ricas.


Zelda

Muchos creerían que se trata en realidad de Link, se equivocan, fue Zelda, aquella tierna princesa que viró totalmente mi forma de ver los videojuegos y los placeres que eso encierra. No sólo me enamoró con su ternura, dándome ganas de rescatarla de Ganon (y hasta del mismo Link), sino también me dio muchas lecciones de valentía y coraje. Me transportó a mundos de fantasía, de esos que uno piensa que no existen, y que de pronto te ves envuelto en un mar de ilusiones utópicas hechas realidad, hasta que apagas la consola y te das cuenta de que el mundo sigue igual y vacío sin ella. Tenía muy corta edad cuando la conocí, y hasta entonces mi niñez transitaba un curso “normal”; apareció ella y sembró el amor hacia las historias que uno puede controlar: los videojuegos RPG.

Mención honrosa para Koji Kondo, autor de “Zelda´s Lullaby”; gracias por darle vida a tan hermoso personaje.


Aeris

Fue hasta ahora el único personaje de videojuego que me ha hecho llorar por su muerte. Aparte de la increíble trama y de la hermosa banda sonora, el FF VII le debe su éxito a personajes como Aeris. Nos deparó una sorpresa enorme y bella en los instantes finales del juego, y de no haber sido por ella de seguro muchos seguirían jugando “Punch Out”. Su belleza, ternura y valentía la han hecho tan importante que ha sido denominada como la “Zelda de la Sony”, y creo que eso es mucho decir para un personaje que sólo tuvo una sola aparición en la historia. Con una le bastó, y eso vale.







La amistad

Sonará ridículo dentro de este post, mencionar a algo intangible dentro de personajes, al menos existentes. Pero lo cierto es que el tiempo me hizo ser un fan enamorado de la amistad. Ahora más que nunca la valoro con fiereza, cosa que no me sucedía antes, ya que mis amigos son simplemente las vértebras de mi existencia y el motor de cualquier movimiento que hoy por hoy realice. Por todo eso, muchachos, ojala no nos perdamos nunca.


El amor

Y siguiendo con el tonito medio cursi y medio tocado, el amor también se me ha hecho un ídolo. No sólo el amor de pareja, sino el amor de padres, de familia. Lo que quizás sea a las finales el verdadero amor incondicional del que hablaron tantos poetas y filósofos a lo largo de la historia. No siempre he tenido pareja, pero siempre he amado y me he sentido amado, por lo cual estoy sumamente agradecido, y lo más lindo de todo es que la única forma de agradecer el amor es dando amor, y créanme que no hay cosa más sencilla.

Y para culminar:


Jesús

No, no crean que haré una apología al cristianismo, para mí Jesús, antes que todo, fue un revolucionario en potencia; un ser que defendió sus creencias hasta sus últimos días: “soy hijo de Dios, así de fácil…” y aunque muchos se burlaron de él y hasta lo acusaron de blasfemia él siguió fiel a sus preceptos; ¿tienen idea de cuán difícil es eso en estos días?, Jesús cambió mi forma de ver la religión; como todo niño lo primero que conocí fue la iglesia antes que al buen “pelucón”, pero conforme fui creciendo e informándome más logré saber más de este gran personaje de la historia. Incluso en la cruz, chorreando sangre por todos lados, siguió pensando que Dios le tenía reservado un sitio a su derecha. Así haya sido todo una falacia, ¿no les parece esa una fe envidiable?, ¿no les parece una muestra de amor verdadero?, algo digno de imitar, aunque la forma de seguir a Jesús es según el modelo de vida de cada uno. Por todo eso, pienso que Jesús es, por excelencia, un ídolo mundial, que no tuvo necesidad de ser músico, escritor, o jugador de fútbol; fue ídolo sólo porque fue íntegro. Está en nosotros seguirlo, no parece tan difícil.

Bueno, ellos son mis ídolos más saltantes, quizás me falte uno que otro, claro, el blog no da para tanto; ojala, pocos pero siempre amadísimos lectores, hayamos coincidido en alguno. Y sino la bandeja de comentarios está abierta para que me den a conocer a algún ídolo suyo que me quieran recomendar. Gracias por la paciencia, una vez más.

Hasta otra.