viernes, 11 de diciembre de 2009

Clásico es sufrirte



El efecto post clásico

Anochecía el martes 8 de Diciembre, mi polo del “Cristo blanquiazul” lucía sudado y algo turbio. Al llegar a mi casa tiré la casaca azul, la clásica, la que casi siempre me pongo cuando salgo a algún lugar del que estoy seguro saldré contento. Traté de amilanar mi tristeza invitando a mi familia a comer pastas. Estuvo delicioso, pero seguí triste. Al día siguiente me apresté a trabajar. Salí temprano de mi casa, invitando a mi cabeza a levantarse un poco; después de todo estas cosas siempre pasan. Esto es fútbol, se gana, se pierde, se empata. Logré, finalmente, esbozar una sonrisa; sí, por fin sonreí, la trinchera norte se burló en mi nariz, pero igual sonreí. Todo bien hasta que pasé por un quiosco donde se vendían periódicos. Yo sabía que no debía mirar hacia allá. Pero el morbo me venció y lo hice. Los titulares eran horrendos, casi podían emitir sonidos: “Súper Cremas”, “Hijos Nuestros”, “Dale campeón”… luego, al mirar más abajo, los detalles de tan exagerados pregones: “Universitario confirmó superioridad sobre Alianza Lima y lo derrotó 1 a 0 en el mismo Estadio de Matute”… más abajo, el “sensacional” Piero Alva: “esos goles siempre los hice”.

Todos esos adornos seguramente resultarán un manjar para la mayoría de hinchas de la “U”, pero a mí que estoy dos veces en contra (una, porque soy aliancista, y dos, porque soy objetivo) de toda esa barrabasada de información, simplemente me hizo doler el estómago. Mirando aquellos titulares, todos con la misma foto de Alva siendo abrazado por sus compañeros, me demoré más de la cuenta, y llegué al trabajo raspando una consecutiva tardanza. Mi jefe es de la “U”, así que hasta en eso estaba en desventaja. Soporté algunas de sus burlas, era a lo que me había arriesgado al decirle que iría al estadio a apoyar al equipo de mis amores. Ese Lunes le pregunté por su score, me dijo que la “U” ganaba 2 a 0, con goles de defensas, tras centros de Solano. Le dije que pensara un poco más, porque lo único que había hecho la “U” en todo el campeonato era justamente esa típica y peligrosa jugada. No se arriesgo a más, y yo me reí, me incliné por una victoria ajustada de Alianza, pero le expresé que estaba casi seguro de que habría un tercer partido. Bueno, ambos nos equivocamos, pero aún así él sigue sonriendo. Durante el Miércoles me dio siempre la sensación de estar rodeado por hinchas de la “U”, los pasajeros en la combi lucían tranquilos, “ese es de la ‘U’”, pensé, ninguno estaba como yo, algo atolondrado y sufrido, atormentado y atiborrado de rabia e impotencia. Luego, ya en mi ventanilla, cada cliente aparecía sonriente, nuevamente me sentí invadido, de hecho no lo demostré, y hasta traté de bromear al respecto. Como si se tratase de la más poderosa ley de la atracción, todos los clientes a los que le preguntaba por su preferencia en el clásico resultaban ser cremas. Tenía cremas en frente y cremas detrás, me sentí acorralado. Así acabé mi día de miércoles, tratando de olvidar un partido que tenía que ser para el recuerdo.

Ahora, trataré de ser objetivo. Alianza no jugó un buen partido, pero demostró una vez más tener argumentos futbolísticos suficientes como para ser campeón en nuestro limitado medio. La “U” hizo lo suyo, trató de manejar la pelota, y casi todo el primer tiempo tuvo la posesión, pero seamos honestos, ¿cuántas veces llegó al arco?, sólo 2 en todo el primer tiempo, siendo una de ellas el fortuito pero espectacular gol de Alva (quien ahora se cree el “Titi” Henry peruano). Luego el partido se tornó en un recital de imprecisiones blanquiazules y en un concierto de magníficas atajadas cortesía del único jugador que se ganó mis aplausos esa tarde, Raúl Fernández. Un arquero bastante joven y físicamente bien dotado, con talento de sobra para su puesto y que, esperemos, el próximo año nutra su fútbol en el exterior. Más de eso no vi en el clásico. Más de eso no fue la “U”, un equipo que dependió de su arquero. Es cierto que en el fútbol de hoy la justicia no pasa de ser anecdótica, pero hago un llamado a los medios de prensa para que sean algo más objetivos. El sensacionalismo no lleva a nada más que al atraso, y dicho y hecho, sino miren la posición de nuestra selección mayor en la tabla de la eliminatoria, o cuenten cuántos países del mundo están interesados en nuestra paupérrima liga; ¿ya terminaron de contar?, creo que ni fue necesario.

La “U” no fue superior a Alianza, y Alianza, por atacar más, tampoco lo fue sobre la “U”, simplemente uno fue ineficaz, y el otro tenía un gran arquero. Punto, aquí no hay “Henrys”, ni “Súper Cremas”; lo más probable es que los merengues den la vuelta en su estadio y ante su gente. Este año fue su año, ya les tocaba. Quizás tengan más premio del que merecen, considerando que tienen un técnico tránsfuga que ahora se cree Sir Alex Ferguson; considerando que tienen poca fantasía en una numerosa plantilla; y considerando que su grupo en la liguilla fue el compendio de los equipos más irregulares del campeonato. Sólo un gran partido de Alianza, mostrando el fútbol que siempre los caracterizó podría hacer que la historia cambie, pero por alguna razón dudo que sea así. De todas maneras estaré atento al partido del domingo y a lo que pase al final, si es que acaso hubiese ese hipotético tercer partido. Si la “U” campeona que sea jugando un partido memorable, que su gente se vaya aún más contenta, y que los aliancistas nos resignemos pensando que se trataba de un rival imparable. Cosa que hasta ahora no ha sido así. Ese sería un dramático consuelo, aunque jamás dejaré de alentar desde mis humildes tribunas, y jamás dejaré de pensar que Matute es mi lugar preferido los fines de semana.

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