viernes, 23 de abril de 2010

Apuntes de un viaje II

La ciudad de los techos brillantes

A unas 3 horas de La Merced se encuentra Oxapampa; a lo lejos, lo que más resalta de esta hermosa ciudad es que sus techos son de metal, estilo dos aguas; el sol es realmente poderoso por estos lares, así que viéndola de lejos parece un inmenso oasis, debido a ese brillo que produce el choque de los rayos solares con el metal de los techos. Mientras escribo esto estoy en un restorán de la zona, donde la administradora es una chica muy amable; a cada instante me pregunta si necesito algo, o si deseo alguna información, la verdad me da un poco de roche decirle que estoy bien cada vez que me lo pregunta, ¿debería de decirle que necesito su ayuda?, estoy tratando de prescindir lo máximo posible de guías, no por un tema económico, aunque de hecho me ahorro algo, sino por un tema de independencia, me siento en plena capacidad de aprender sobre este viaje por mi cuenta, si debo preguntar algo trataré de buscar a la persona adecuada, pero en realidad no deseo tanto un guía turístico que sólo repite el mismo libreto una y otra vez. Ya compré mi boleto para Pozuzo, el carro sale a la 1:30 p.m., siendo las 12:38 p.m., ¿debo especificar que me muero de hambre?, en Chanchamayo tomé un café con su par de panes, pero para mí eso no es más que un bocadito; aunque debo decir que el café es espléndido. Oxapampa es una ciudad escondida entre montañas verdes rodeadas por densas nubes blancas, como lo puse en el Facebook, es casi un cuadro de Monet donde se puede andar; el próximo objetivo es Pozuzo, tierra de colonos y de costumbres europeas. Se dice que son 4 horas más desde aquí hasta allá... el viaje se hizo más largo de lo que creí, pero nada me va a detener.


Del dicho al hecho hay mucha trocha

La carretera Oxapampa - Pozuzo es realmente espeluznante, no sé cómo diablos pueden estar estos pueblos en constante contacto si su camino es horripilante, no hay prácticamente ningún momento en el cual la carretera esté asfaltada, todo es trocha, y como hay lluvias regulares es normal que nos encontremos con barro, dificultando el tránsito. Escribir así es más complicado de lo que podrían pensar, afortunadamente esto lo voy a pasar al Blog y ahí no se verán los borrones que ocasiona el serpenteante movimiento de la combi. Siento que estoy en un pequeño Tagadá; dentro del vehículo hay 2 señores de edad sentados en los asientos del copiloto, que se andan matando de la risa, dentrás de mi asiento hay una señora de la zona que carga pollos y un saco de abono blanco, junto a ella hay una pareja de limeños que toman foto a cada cosa que les parece "peculiar" (espero que yo no esté en esa lista, bueno, al parecer les es extraño ver a un tipo escribiendo mientras la combi nos hace bailar "la macarena", por eso siento que me vigilan ... (((carajo, flaca, no seas chismosa)))), y casi en el último asiento hay un chiquillo con uniforme de colegio, imagino lo jodido que será andar con uniforme bajo este sol. Sin embargo todas estas molestias quedan fuera de mi mente cuando veo hacia la izquierda y me encuentro con la más vasta vegetación que mis ojos hayan podido apreciar. Los paisajes de esta zona son impresionantes. Sé que les puede sonar gracioso, pero es casi como el alucinante mundo de Donkey Kong; hace unos años jugaba uno de sus juegos para Nintendo 64, y siempre soñé con encontrarme con una selva similar; podemos decir: sueño cumplido.


La hermosa señora Schaüs

Acabo de despertar de un corto sueño, en realidad estoy muy cansado. La razón por la cual desperté es por el bullicio de todos los pasajeros del bus, quienes conversaban alegremente con una señora que se sentó a mi costado. La dama llegó con un niño muy locuaz, de aproximádamente 5 años, mientras ella debe de haber recorrido unos 60 abriles. No creo que haya subido hace mucho tiempo a la combi, pero conversa con los pasajeros como si los conociera de años, hasta hace unos segundos me daba la espalda, pero ahorita acaba de voltear a saludarme, "¿ya despertó el bello durmiente?", me preguntó entre risas suyas y las de los demás, sólo atiné a reírme, su locuacidad me intimidó, o será que me agarró muy frío como para seguirle la cuerda. La señora estuvo conversando con todos desde que subió hasta que se bajó en el caserío de Prusia, donde ya pude apreciar algunas construcciones típicas europeas. Al despedirse dijo, "soy la señora Schaüs (deletreó su nombre, por eso sé que se escribe con diéresis), si me necesitan me buscan, chaucito!", todos se despidieron de ella muy efusivamente, hasta con un toque de melancolía, el poco tramo que faltaba para Pozuzo la hermosa señora se hizo extrañar, ya nadie hablaba, ya nadie reía. ¿Será ese el famoso calor del pueblo pozuceño?


Pozuzo, hermoso valle mestizo

Finalmente, después de tanto viaje, llegué a Pozuzo, un lugar realmente fabuloso, de clima variable, pero normalmente acalorado; de gente amable y trabajadora, un lugar que irradia paz ante todo. Apenas llegué busqué un lugar donde descansar, y claro está donde poder bañarme, ya que estoy asqueroso. Arribé a un hospedaje llamado "El Mango", ubicado en una esquina de la avenida Mission. La señora Koepfke fue la encargada de atenderme, en poco tiempo entramos en confianza; ya estoy dentro de la habitación y muriéndome de calor, me iré a bañar, con agua fría por supuesto, no sin antes decir que si creen que Pozuzo es un lugar donde hay puros arios se equivocan, hay un increible mestizaje, producto de la apertura cultural, según lo que la misma dueña del hospedaje me ha ido contando. Ahora sí, a sacarme la mugre.

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