Érase una vez, dos amigos...
Recuerdo una tarde de mayo, extraña, por cierto, aunque cálida, como casi todas las tardes que pasé en San Marcos. Ella y yo caminábamos por el campus, acompañados por dos personas más, de quienes, curiosamente, no me acuerdo. Pero sí recuerdo esa brisita única, aquella que le movía el cabello teñido y le hacía cerrar, por ratos, sus inmensos y bellos ojos. Ella me hablaba de todo, en poco tiempo nos habíamos hecho amigos. La confianza era correspondida y yo le contaba mis aburridas desventuras. Ella reía inocentemente. De pronto le dije que me gustaba su amiga. De pronto ella no me dijo nada, sólo imaginaba que lo de su amiga y yo podría funcionar, aunque me advirtió ciertas cosas que ella sabía y yo ignoraba. La sensación de que ese sería un buen día se hizo fuerte. Fue un momento sensacional que se coronó de la manera más inusual.
Caminando por una de las plazuelas, vi un arbusto repleto de geranios. Tomé "prestado" uno y se lo di. Ella me dijo "gracias", y se quedó mirando el geranio, mientras le daba vueltas utilizando sus delicados dedos. Yo me quedé sin saber exactamente qué había hecho. Es decir, nunca antes le había dado una flor a una mujer, sabía, además, que esa era una prueba implacable de gusto o atracción, o que al menos para eso se usaba, para conquistar. Sin embargo, una vez que lo hice, y mientras la brisita sanmarquina la seguía despeinando, la miré y supe que simplemente había sido un detalle con una buena amiga. Nada más. O eso creí. Fue casi un acto reflejo que preferí no meditar luego, aunque siempre lo recordé. Un geranio que se apoderó de mí y una bella amiga que se apoderó del geranio, lo suficiente como para saber que había hecho lo correcto, y punto.
La ironía viene ahora mismo. Entonces no me gustaba su cabello rojizo, no me parecía atractiva ni bella, sus ojos me parecían "normales", me disgustaban ciertas actitudes suyas y, como lo dije, me gustaba su amiga. Entonces, ¿por qué le di el geranio?, ¿por qué hice con ella lo que nunca hice con ninguna otra mujer?, ¿por qué?
Es raro, pero esa experiencia se quedó guardada en mi cofre de recuerdos; en ese cofre donde habitan también mis miedos y mis múltiples personalidades. Aunque ni siquiera en ese cofre hubiesen cabido 10 años de espera, por esa gran amiga que se convirtió en mi gran amor.
Ahora lo entiendo, el cofre y mi gran amiga, siempre han sido aliados.
Ahora lo entiendo, el cofre y mi gran amiga, siempre han sido aliados.
"(...) hasta ahora no entiendo porqué la defiendo tanto, porqué soy capaz de enfrentarme a cualquier idiota para proteger su integridad, sabiendo que, tarde o temprano, se va a aburrir de eso; ¡carajo, yo no soy su viejo!, no sé qué mierda me pasa... ¿será verdad lo que dicen?, no, imposible, no siento nada por ella, la protejo porque es mi amiga y nada más, ¿qué hay de malo en eso?, ¿debería de soltarla?, ¿debería dejar de hacer el ridículo?, quizás... no... jódete, Rubén... no existe el amor de amigos..." (Extracto de lo encontrado detrás de un viejo cuaderno, Lima - 2002)
Hola Bencho;
ResponderEliminarAhora soy yo el que se pasea por tu blog.
Me ha gustado mucho la parte descriptiva del inicio y como se introduce, poco a poco, el tema del geranio. Como me dijiste: ¡ir de menos a más! Es decir, estructura equilibrada.
Seguiré paseándome por tu blog intentando devolver la buena crítica que me hiciste (y aprendiendo de tu amplio vocabulario y el de no hacer faltas ortográficas).
Saludos; Agustí. (¡Mi familia vive en Lima!)