... y los príncipes traicioneros
¿Quién no se ha detenido, aunque sea por un segundo, a mirar su tiernísimo rostro y pensar “qué bella es”?, ¿quién ha podido resistirse a ese torso tan perfecto que llenaba nuestros ojos a inicios del nuevo milenio?, ¿quién no ha sentido la pegada de alguna huachafa pero encantadora canción suya?, ¿quién no ha detenido su habitual ‘sapping’, aunque sea una vez, para verla, tan bella, haciendo lujo de su playback, en algún concierto, moviéndose tan sensualmente como una princesa del pop podría hacerlo?, por último, ¿quién no la ha visto en alguna foto por Internet y pensar “por Dios, qué rica está”?
Darle la espalda a Britney Spears, ahora, significa una flagrante traición que debería de ser castigada como si se tratase de una traición a la patria. Una traición a una ideología que nos atrapó a todos. Seamos hombres. Aceptémoslo, esa chica nos hipnotizó, nos hizo ver sus especiales 10 o 20 veces seguidas, nos hizo repetir “from the bottom of my broken heart” tantas veces como quiso. Nos hizo alucinar con sus videos playeros, y con su “i'm a slave for you”, con gemidos incluidos. Nos llevó a dimensiones a las que ni la misma Madonna pudo. Hizo de nosotros lo que quiso, engatusando no sólo a los hombres mañosones, sino también a los chicos pequeños de la casa, a las niñas soñadoras, las que piden muñecas para navidad, y a los niños que piden transformers y exigen diversas consolas de videojuegos cada cumpleaños. Esa capacidad para meter a todos en una misma jaula, haciéndonos esclavos de su no muy agraciada voz, pero de su arrollador carisma, es lo que hizo de Britney la artista más exitosa de los últimos 50 años. Y que me perdonen otras figuras pop que quizás ostenten más talento, pero esta chica nos esclavizó a pura sonrisa y marketing, y eso, señores, no es tan fácil como muchos creen.
Darle la espalda a Britney Spears, ahora, significa una flagrante traición que debería de ser castigada como si se tratase de una traición a la patria. Una traición a una ideología que nos atrapó a todos. Seamos hombres. Aceptémoslo, esa chica nos hipnotizó, nos hizo ver sus especiales 10 o 20 veces seguidas, nos hizo repetir “from the bottom of my broken heart” tantas veces como quiso. Nos hizo alucinar con sus videos playeros, y con su “i'm a slave for you”, con gemidos incluidos. Nos llevó a dimensiones a las que ni la misma Madonna pudo. Hizo de nosotros lo que quiso, engatusando no sólo a los hombres mañosones, sino también a los chicos pequeños de la casa, a las niñas soñadoras, las que piden muñecas para navidad, y a los niños que piden transformers y exigen diversas consolas de videojuegos cada cumpleaños. Esa capacidad para meter a todos en una misma jaula, haciéndonos esclavos de su no muy agraciada voz, pero de su arrollador carisma, es lo que hizo de Britney la artista más exitosa de los últimos 50 años. Y que me perdonen otras figuras pop que quizás ostenten más talento, pero esta chica nos esclavizó a pura sonrisa y marketing, y eso, señores, no es tan fácil como muchos creen.
Aquella hermosa chica que nos hizo pensar en mariposas y en camas mojadas a la vez, ahora está pasando por un momento complicadísimo. Se enredó con tipos indeseables, no la culpo, conozco a muchas chicas que, teniendo la belleza e inteligencia necesarios para elegir un buen compañero, eligen lo peor que se puedan imaginar. Si eso le pasa a la chica de mi esquina, ¿por qué no podría pasarle a ella? Luego tuvo hijos. Sí, no era el momento, quizás. Además deformó su otrora perfecto cuerpo, y perdió a muchos fans condicionales que sólo la adoraban por su perfección física. Quedaron dos, los fieles subjetivos, es decir, los fans totalmente incondicionales que la amarían haga lo que haga, y los fans objetivos, como yo, que reconocían sus esfuerzos y problemas, y que además miran su vida como un interesante libro del cual podrían sacar más de una enseñanza. Y vaya que hay muchas cosas que aprender de todo esto. Pero al margen de las enseñanzas hay algo que me llena el corazón de rabia, de pica: es el hecho de saber que muchos ahora se lavan las manos, y se unen al resto de críticos traidores, esos que alguna vez la adularon como a una diosa y que ahora le dan con palo y fierro. Aquellos personajes que, con dedos fiscalizadores, creen ser ahora los héroes de la sociedad, y que no admiten haber caído en los encantos de Britney, son la razón de mi molestia, de mi actual dolor de hígado y que para mí deberían de ser castigados como los traidores que son. Lástima que no haya una entidad que regule la lealtad a los artistas. En fin.
Cuando el año pasado vi a Spears con un peinado tipo Sigourney Weaber en Alien III, me di cuenta de que definitivamente algo andaba mal. De que sus salidas con Paris Hilton no eran pura coincidencia. De que sus encontrones con Lindsay Lohan eran su válvula de escape. Y que, lamentablemente, le daba a muchos hombres el lujo de tocarla y tenerla sin valorar una sola célula de su ser, aquel ser que ella desconoce y que cree dominar. La terrible e intempestiva conducta de Brit sólo denotó los problemas que la abundan, más allá de la vida maravillosa que mostraba en cámaras, donde siempre su sonrisa nos decía que ‘todo está bien’, cuando en realidad el abismo estaba en sus narices. La crisis de la princesa del pop se agudizó con la decisión del juzgado que se encargaba del tema de la custodia de sus hijos, al darle esa prerrogativa a su ex esposo (hijo de puta, ¿no?) Kevin Federline – quien enganchó con Britney en su mejor momento, tanto monetario, como artístico, y también físico; en buen criollo: se la agarró en su punto – de ahí podemos concluir el increíblemente desequilibrado estado de Britney Spears, perdiendo la facultad de criar a sus dos pequeños niños ante un pobre y triste bailarín sin mayores logros ni aspiraciones. A esto debemos sumarle su supuesta adicción a los narcóticos y el rechazo unánime de su pueblerina familia al enterarse de que su ‘pequeña’ no era menos que una 'joyita' más en la amplia farándula estadounidense.
Después de todo esto la autoestima de Britney ha quedado sepultada en las profundidades del fracaso; la presentación que hizo en los Mtv VMA 2007 fue uno de sus últimos manotazos de ahogada, siendo criticada duramente por la prensa, quien la catalogó de fofa e incapaz, nada que ver con lo que alguna vez fue, ¿se olvidan de que apenas tiene 26 años?, ¿se olvidan de su talento para agradar a 7 de 10?, no creo que estas preguntas sean difíciles de responder. Han pasado casi 8 años desde su debut como cantante pop, desde ese increíble año 1999 en el que todos nos enamoramos de su extraña combinación entre inocencia y sensualidad, mientras tomaba sugerentemente esa balón de básquet en el video de “baby, one more time”, y decidí escribir sobre ella en este primer post del año. Seguro no faltarán algunas críticas, así como fue querida, Britney también ha sido odiada, quizás por sus innegables carencias como artista, quizás por envidia, quién sabe; pero fue el tema de esta legendaria (quieran o no, nadie se olvidará de ella) estrella pop lo que más me ha llamado la atención en los últimos meses.
La vida no le ha sonreído últimamente y eso es algo por lo que todos pasamos, sin embargo debe ser por demás jodido pasarlo mientras todos están pendientes de ti; es más sencillo hacerlo en tu cuarto, alejado del mundo entero mientras muerdes la almohada o gritas descontroladamente para minimizar tus penas; Brit no puede hacer eso, debe siempre huir de paparazzis inconcientes e inclementes, llorar en sus pocos momentos a solas, y sonreír siempre para el fan que la vea por ahí, emocionado, esperanzado en que algún día vuelva a brillar como alguna vez lo hizo; sin tener la voz de Aguilera, o la experiencia de Madonna, pero reluciendo esa sonrisa única que la hizo robarse nuestra preferencia, aquella que muchos negamos haberle brindado, pero que sin lugar a dudas la tuvo. Ahora, que la mayoría de expertos afirman que está en constante peligro de tomar la fatal decisión del suicidio, debemos hacer fuerza para que levante cabeza, para que deje de pensar que todo está perdido. Este no es un mensaje del hermano Pablo, esto es real, ella merece una oportunidad, como la mereces tú, que estás leyendo, o aquella persona que conoces, quien cometió tantos errores que hasta la odiaste, pero que, al igual que tú, tiene la virtud de seguir viviendo, y como dice el gran Rubén Blades: mientras hay vida, hay esperanza.
A aquella musa que alguna vez te hizo soñar con mundos de colores, elevar tu adrenalina, darte ganas de bailar, formar una cónica protuberancia en tu pantalón, o por último humedecerlo por completo; dale esa chance que merece, y de seguro no la desaprovechará, como no desaprovechó la oportunidad que la hizo darse a conocer en cada rincón del mundo, y hacer que, ese mismo mundo, la califique como la única y genuina princesa del pop.
Fuerza.
que lastima por ella pero se lo busco... no creo que haya faltado gente que le haya dicho q lo q hace esta mal en fin ojala salga del abismo como dices
ResponderEliminarTU??? HINCHA DE BRITNEY!??? :S
ResponderEliminarJaja! de verdad yo me incluyo en la lista de los que caimos en los encantos de Britney de verdad que estuvo buiena pero ahora no pasa nada, aunque sige despertando pasiones, ojala se recupere px, un abrazo y muchos exitos chau!
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