A despertar
Otra humillante derrota y los ánimos volvieron a quedar calcinados. Nuevamente, los grandes perdedores fueron los hinchas, sí, aquellos que gastamos tiempo, dinero, aliento, vida en alentar a un equipo irregular. Un equipo que por momentos nos hace soñar, y de pronto nos sumerge en las más terribles pesadillas. Ecuador no fue el gran equipo de ayer, yo diría que hizo lo que cualquier otro equipo haría enfrentando a una selección sin alma, sin corazón, sin ganas de nada; yo diría, más bien, que Perú fue el peor equipo de ayer. Una selección sin espíritu puede ser derrotada por cualquier equipo del mundo y no sería exageración pensar que Islas Feroe, Jamaica, o cualquier nación incipiente en lo que al fútbol se refiere, podría tomarnos el pelo, bailarnos la canción más movida en nuestras narices, sacarnos cachita, hacer que su público vitoree “OLE” por cada rincón del estadio, porque esa es nuestra cruda y terrible realidad. Este equipo es la representación deportiva (¿?) de la falta de emociones al jugar, no sintieron la derrota hasta que el árbitro Carlos Chandía decretó el pitazo final. Fue entonces cuando se habrán preguntado “¿Qué fue?, ¿ganamos?, ¿perdimos?, ¿empatamos?, ¿qué me dirán mis viejos?, ¿mi novia?, ¿mi esposa?, ¿mis hijos?, ¿mis amigos?, ¿la prensa?, ¿los hinchas?, 5 a 1, ¡asu!, no lo esperaba”, y créannos, nadie lo esperaba, ni siquiera los ecuatorianos.
Esta es, pues, la historia más repetida de nuestra nefasta vida futbolística peruana, al menos para los que tenemos menos de 25 años. Una historia llena de fracasos, llena de “casis”, llena de desilusión y desesperanza. Una historia que además de todo eso, nos engaña periódicamente, haciéndonos creer que podemos lograr cosas importantes, pero luego haciéndonos chocar espectacularmente con la realidad. Y lo más lamentable es que esta especie de infidelidad futbolera (el fútbol peruano nos engatusa ofreciéndonos triunfos y al final nos engaña yéndose de la mano con la derrota) nos ha acostumbrado a aceptarla; Perú se ha convertido en un país acomodado a la forma de las derrotas, y no hay nada más lamentable que ser un país verdaderamente perdedor.
La gran interrogante que nace en lo profundo de mi cerebro es: ¿Qué haremos con esta selección y con la federación que la acredita?
Las respuestas pueden ser variadas y cada uno de ustedes, mis estimados lectores, tendrá la suya, y les pido permítanme compartir la mía: Nada, yo no haré nada. El IPD quiere intervenir en la FPF lo que haría que la FIFA nos deslinde de sus filas, nos olvidaríamos del fútbol reglamentario durante un larguísimo tiempo, si no es eterno. Y yo, ¿qué haré?, nada. La selección perdió estrepitosamente, y espera Junio del 2008 para desquitarse ante una Colombia que ha demostrado ser un serio candidato a ocupar una de las plazas para Sudáfrica. Sé que perderemos, lo sé. Nadie tiene que contagiarme su pesimismo porque yo tengo algo aún más terrible, tengo realismo, ¿qué haré?: NADA. Recurriré a una frase que suena horrible pero que expresa perfectamente lo que siento por todo esto: Ya me llegó todo al pincho. Y es así, porque ellos mismos (jugadores, técnicos, dirigentes, etc.) nos colmaron la paciencia, ellos mismos nos alejan de los estadios, ellos mismos hacen que dejemos de confiar. Y aunque muchos periodistas salgan en sus distintos programas a decir “esto recién comienza”, “unámonos”, etc., yo les digo: “Esto no comienza recién, ¿por qué?, porque hace años que nos tienen con lo mismo; nos ilusionan y nos hacen presa de farsas; y luego nos meten la rata hasta el fondo con actuaciones deplorables y vergüenzas inolvidables”, y seguramente ninguno de ellos tendrá palabra o gesto alguno que pueda hacerme retractar. Yo soy hincha y el hincha ya se cansó. Y la palabra del hincha en este país debe respetarse a conciencia. Los dirigentes, especializados en la más rochosa demagogia, creen que sacando técnicos y trayendo figuras queridas van a poder dar fe de su “pasapiolismo”, y nosotros, ignorantes, les terminamos creyendo y se burlan mientras levantan las manos en señal de triunfo: “ya la hicimos, más plata pa’ acá”, y cuando consiguen el objetivo principal (llenarse de dinero) dicen: “cumplimos con ustedes, sacamos a ese, metimos al otro, ¿qué nos reclaman?” y se acabó el mundo. Ganaron, como siempre.
Ya es hora de que los hinchas peruanos despertemos de nuestro largo sueño, sueño en el cual muchos “líderes” dirigenciales hicieron con nosotros lo que quisieron, abusaron de nuestra confianza, jugaron con nuestra necesidad, con nuestra avidez de alegría; eso, señores, no tiene perdón. El doc. Burga y sus secuaces no sólo deberían ser expulsados de la FPF sino también desterrados del país por traicionar a la patria, sin dudas, porque lo que hicieron fue una enorme y dolorosa traición. No hablo como un humalista borracho, créanme, estoy tranquilo, pero indignado hasta los huesos. Suelo no representar tan crudamente mis emociones cuando escribo, pero esta vez me fue imposible, si es que ofendí alguna susceptibilidad pido las disculpas del caso, de verdad, perdón. Sólo espero que estas letras hayan servido para contribuir a la nueva conciencia revolucionaria que los peruanos debemos adoptar para salir de esta horrorosa crisis deportiva. Basta ya de robos en la FPF, basta de corrupción, basta de dictaduras.
Señor Burga, la gente no lo quiere, usted tiene la última palabra, y nosotros, la última acción.
Otra humillante derrota y los ánimos volvieron a quedar calcinados. Nuevamente, los grandes perdedores fueron los hinchas, sí, aquellos que gastamos tiempo, dinero, aliento, vida en alentar a un equipo irregular. Un equipo que por momentos nos hace soñar, y de pronto nos sumerge en las más terribles pesadillas. Ecuador no fue el gran equipo de ayer, yo diría que hizo lo que cualquier otro equipo haría enfrentando a una selección sin alma, sin corazón, sin ganas de nada; yo diría, más bien, que Perú fue el peor equipo de ayer. Una selección sin espíritu puede ser derrotada por cualquier equipo del mundo y no sería exageración pensar que Islas Feroe, Jamaica, o cualquier nación incipiente en lo que al fútbol se refiere, podría tomarnos el pelo, bailarnos la canción más movida en nuestras narices, sacarnos cachita, hacer que su público vitoree “OLE” por cada rincón del estadio, porque esa es nuestra cruda y terrible realidad. Este equipo es la representación deportiva (¿?) de la falta de emociones al jugar, no sintieron la derrota hasta que el árbitro Carlos Chandía decretó el pitazo final. Fue entonces cuando se habrán preguntado “¿Qué fue?, ¿ganamos?, ¿perdimos?, ¿empatamos?, ¿qué me dirán mis viejos?, ¿mi novia?, ¿mi esposa?, ¿mis hijos?, ¿mis amigos?, ¿la prensa?, ¿los hinchas?, 5 a 1, ¡asu!, no lo esperaba”, y créannos, nadie lo esperaba, ni siquiera los ecuatorianos.
Esta es, pues, la historia más repetida de nuestra nefasta vida futbolística peruana, al menos para los que tenemos menos de 25 años. Una historia llena de fracasos, llena de “casis”, llena de desilusión y desesperanza. Una historia que además de todo eso, nos engaña periódicamente, haciéndonos creer que podemos lograr cosas importantes, pero luego haciéndonos chocar espectacularmente con la realidad. Y lo más lamentable es que esta especie de infidelidad futbolera (el fútbol peruano nos engatusa ofreciéndonos triunfos y al final nos engaña yéndose de la mano con la derrota) nos ha acostumbrado a aceptarla; Perú se ha convertido en un país acomodado a la forma de las derrotas, y no hay nada más lamentable que ser un país verdaderamente perdedor.
La gran interrogante que nace en lo profundo de mi cerebro es: ¿Qué haremos con esta selección y con la federación que la acredita?
Las respuestas pueden ser variadas y cada uno de ustedes, mis estimados lectores, tendrá la suya, y les pido permítanme compartir la mía: Nada, yo no haré nada. El IPD quiere intervenir en la FPF lo que haría que la FIFA nos deslinde de sus filas, nos olvidaríamos del fútbol reglamentario durante un larguísimo tiempo, si no es eterno. Y yo, ¿qué haré?, nada. La selección perdió estrepitosamente, y espera Junio del 2008 para desquitarse ante una Colombia que ha demostrado ser un serio candidato a ocupar una de las plazas para Sudáfrica. Sé que perderemos, lo sé. Nadie tiene que contagiarme su pesimismo porque yo tengo algo aún más terrible, tengo realismo, ¿qué haré?: NADA. Recurriré a una frase que suena horrible pero que expresa perfectamente lo que siento por todo esto: Ya me llegó todo al pincho. Y es así, porque ellos mismos (jugadores, técnicos, dirigentes, etc.) nos colmaron la paciencia, ellos mismos nos alejan de los estadios, ellos mismos hacen que dejemos de confiar. Y aunque muchos periodistas salgan en sus distintos programas a decir “esto recién comienza”, “unámonos”, etc., yo les digo: “Esto no comienza recién, ¿por qué?, porque hace años que nos tienen con lo mismo; nos ilusionan y nos hacen presa de farsas; y luego nos meten la rata hasta el fondo con actuaciones deplorables y vergüenzas inolvidables”, y seguramente ninguno de ellos tendrá palabra o gesto alguno que pueda hacerme retractar. Yo soy hincha y el hincha ya se cansó. Y la palabra del hincha en este país debe respetarse a conciencia. Los dirigentes, especializados en la más rochosa demagogia, creen que sacando técnicos y trayendo figuras queridas van a poder dar fe de su “pasapiolismo”, y nosotros, ignorantes, les terminamos creyendo y se burlan mientras levantan las manos en señal de triunfo: “ya la hicimos, más plata pa’ acá”, y cuando consiguen el objetivo principal (llenarse de dinero) dicen: “cumplimos con ustedes, sacamos a ese, metimos al otro, ¿qué nos reclaman?” y se acabó el mundo. Ganaron, como siempre.
Ya es hora de que los hinchas peruanos despertemos de nuestro largo sueño, sueño en el cual muchos “líderes” dirigenciales hicieron con nosotros lo que quisieron, abusaron de nuestra confianza, jugaron con nuestra necesidad, con nuestra avidez de alegría; eso, señores, no tiene perdón. El doc. Burga y sus secuaces no sólo deberían ser expulsados de la FPF sino también desterrados del país por traicionar a la patria, sin dudas, porque lo que hicieron fue una enorme y dolorosa traición. No hablo como un humalista borracho, créanme, estoy tranquilo, pero indignado hasta los huesos. Suelo no representar tan crudamente mis emociones cuando escribo, pero esta vez me fue imposible, si es que ofendí alguna susceptibilidad pido las disculpas del caso, de verdad, perdón. Sólo espero que estas letras hayan servido para contribuir a la nueva conciencia revolucionaria que los peruanos debemos adoptar para salir de esta horrorosa crisis deportiva. Basta ya de robos en la FPF, basta de corrupción, basta de dictaduras.
Señor Burga, la gente no lo quiere, usted tiene la última palabra, y nosotros, la última acción.
Lima, 22 de Noviembre del 2007.
ESE HDP DE BURGA TIENE LA CULPA DE TODO SI DIRIGENTES COMO EL NO ESTUVIERAN AL MANDO DEL FPF PERU SERIA OTRA COSA PQ HAY TALENTO DE SOBRA QUE NO HA SIDO DESCUBIERTO PERO EL PAIS STA CENTRALIZADO SAQUEN A BURGA... DECENTRALICEN Y VERAN COMO NOS VAMOS PA ARRIBA!
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