miércoles, 21 de noviembre de 2007

Cartas cobardes nunca enviadas (Parte I)

A Fiorella Z.


“Hola:

De seguro no te acuerdas de mí, ¿verdad?, estarás pensando ‘¿quién será este enfermo que ha puesto este papel debajo de mi puerta?’. Es obvio que no te acuerdes de mí si con las justas me hablaste en el colegio. Aquellos maravillosos días en el año 94, cuando terminábamos sexto de primaria y no teníamos idea de todo lo que se nos venía al crecer. Tiempos aquellos, ¿no?, ahora es tan difícil aceptar que las cosas han cambiado, y causa frustración saber que no se puede retroceder el tiempo, y menos cuando se trata de hacer cosas que ahora nos arrepentimos de no haber hecho. Creo que es parte de la desilusión total que encierra la vida.

Pero no quiero aburrirte con mis frases poéticas.

La verdad es que desde que entré a la secundaria, y no te vi sentada en uno de los pupitres del lado de la ventana, no pude dejar de pensar en ti y en qué estarías haciendo. Escuché rumores de que fuiste a Europa con tus hermanas (cómo no recordarlas) y que se quedarían a vivir allá. Pero hace poco, sí, apenas hace unos días, revisé un oficio de la SBS (parte de mi chamba) donde aparecía una persona con un apellido muy similar al tuyo, y te recordé en carne viva; teniendo acceso a la página de la RENIEC se me ocurrió la genial (aunque tardía) idea de buscarte por ese medio. Y grata fue mi sorpresa cuando te encontré y vi tu foto, qué distinta estás, pero tu rostro curvo no ha cambiado en nada, y tu sonrisa tampoco; lo que me llenó de satisfacción. Con un color de cabello muy oscuro, distinto al castaño claro con el que te recordaba, y unos dientes totalmente arreglados, casi opuestos a tu adolescente dentadura de aquellos años. Pero en resumen sigues tan bella como siempre y eso demuestra que hay cosas que no cambian aunque pasen tantos años. Y mira, ya son casi 13 años desde entonces. A pesar de todo eso lo que más alegría me causó fue saber que sigues viviendo en Lima. Dentro de todo es menos imposible comunicarme contigo mientras estés por estos lares.

Sólo por curiosidad vi también a tus hermanas. El cambio no fue ajeno a ellas, y también están totalmente diferentes (claro si me vieras a mí ahora dirías exactamente lo mismo y hasta más), sobre todo la pequeña Antonella, la recordaba mucho porque parecía una muñeca de porcelana a pilas, y ahora está hecha una señorita. Me siento viejo cuando vivo cosas así.

Pero bueno, no es exactamente de tus cambios físicos de lo que deseo hablarte en esta pequeña misiva. La verdad es que escribo, entre otras cosas, para confesarte lo mucho que me gustabas (no tiene sentido ahora, pero sé que tampoco hubiese tenido sentido decírtelo en ese entonces), sí Fiore, me encantabas. Tu rostro, tu cabello, tu caminar, todo. Sé que ahora puedes estarte riendo, ya que no debo de ser el primero en enviarte una carta como esta. Ya imagino la cantidad de personas a las que cautivaste con tan sólo una sonrisa y no los culparía de caer rendidos ante semejantes encantos como los que tienes; pero te pido por favor que trates de excluir estas palabras de otras que hayas tenido la oportunidad de leer.

Trata de imaginar (aunque aún no sepas quién soy – si es que aún no has revisado el pie de la carta) que pasé gran parte de mi pubertad pensando en experimentar mis primeros besos contigo, y que, a pesar de que sabía que quien te gustaba era mi mejor amigo de esa época, me tragaba mi pena para poder seguir teniéndote cerca. Qué típico, ¿verdad?, ahora me río de todo lo que he vivido; pero si hay algo que quisiera arreglar sería justamente mi timidez de aquel entonces. No hubiese sido capaz de declararme así me hubiese enterado de que te gustaba, te lo digo con toda certeza. Ahora, que dentro de todas mis limitaciones me siento mucho más seguro de mí mismo, daría todo para retroceder el tiempo y, por lo menos, tratar de enamorarte y hacerte soñar, algo que dicho sea el paso mi amigo no hizo; quizás porque en ese entonces poco le interesaban las mujeres.

Fuera del tema, recuerdo las pocas pero significativas vivencias que juntos pasamos, y que extrañamente se encuentran grabadas en un antiguo y desgastado video: día de la madre de aquél año. ¿Te acuerdas?, hiciste de mamá, de mi mamá. Fue tan divertido, sobre todo cuando tu personaje falleció y yo, como hijo, me tuve que deprimir y me tocó tomarme ese horrible trago, sí, había trago en la botella que supuestamente estaba totalmente vacía y limpia, así que mi cara de ebrio (la cual ahora hago con relativa frecuencia y sin fingir) no fue tan actuada después de todo. Buenos días que extraño de vez en cuando.

No te sientas mal si no recuerdas nada de lo que te estoy escribiendo, no me extrañaría, de repente no fue una experiencia muy grata para ti el haber pasado por el C.E.G.N.E. “Á. de la P.”, entre pequeños salones, misios quioscos y cortos recreos. Largas jornadas escolares que de repente no han tenido mucha injerencia en tu vida actual. Como te digo, no te culparía, ya que hay cosas que he vivido en ese colegio que trato de no recordar y muchas ya las debo de haber olvidado. Pero lo que nunca olvidaré son los buenos amigos que me dejó esa linda etapa, y créeme, me hubiese gustado (encantado) que hayas estado en esa lista. A pesar de todo eso hablo con muy pocos: con Sara S., no sé si la recordarás, ya tiene una hija y viven tranquilas por el edificio El Dorado. Luego, a quien veo a veces es a Vanessa, creo que no la llegaste a conocer, no me acuerdo bien… tendría que mirar la foto de la promoción. De Juan R. sí te debes de acordar, a él también me lo cruzo de vez en cuando. Y, bueno, de Manuel sólo sé que vive en USA desde hace años, y hace unos cuantos regresó al Perú de visita y estuvo por mi casa un par de veces. Mmm… recuerdo que María Gracia R. (de ella sí te debes de acordar, es más, tal vez aún sean amigas; sería espectacular) me confesó, contigo a su lado, que le gustaba Roberto, ¿lo recuerdas?, también se hizo mi amigo, estudiamos juntos en 4to de secundaria en el R. L. V (sí, también anduve por ahí), hasta que dejó de estudiar por dedicarse a algunos inmencionables vicios. Lo último que supe de él es que estaba en un centro de rehabilitación, o quizás fue una rumorada que no debemos considerar.

Como verás, todos tomaron rumbos distintos.

Me gustaría saber qué andas haciendo. Te cuento que estoy trabajando en la torre principal de Interbank (sí, esa que anda medio chueca, je), en el área de Depósitos y Clientes, por lo que me fue fácil darme cuenta de que tienes una CTS en el banco (qué chismoso, ¿no?). Además estoy estudiando en la San Marcos, aunque si todo sale bien el próximo año estaría convalidando en la UPC para terminar mi carrera ahí. ¿Y tú?, ¿qué será de tu vida? No sé si te llegue a mandar esta carta, podría convertirse fácilmente en una de las decenas de cartas que no he enviado a sus destinatarios por temor a malas interpretaciones o a simple vergüenza. Pero ten por seguro de que si llegó hasta ti es porque hubo un enorme esfuerzo de mi parte, algo así como una lucha interna que ganó el hecho de querer volver a contactarme contigo, un deseo sin segundas intenciones, por lo que puedes estar más que tranquila.

Eres libre de responder esta carta, como verás sólo te dejo el e-mail que me ha proporcionado el banco, por lo que ya podrás deducir fácilmente mi nombre, aunque a estas alturas ya debes de saber quién soy, si es que de algo te acuerdas, claro está. Lo único que sé es que estaré esperando alguna señal tuya, algo que me diga que en verdad te queda algo del ímpetu adolescente que mostrabas en los 90’s. Debe de haber tanto por contarnos que las cartas quedarían chicas. Espero que tú y tu familia estén bien, y que si no me llegas a escribir, al menos haya alguna forma de saber que todo te está saliendo bien, ¿recurriré a la RENIEC otra vez?, de nosotros depende.

Cuídate mucho, hasta pronto.

Rubén.
mravelo@intercorp.com.pe


PD: Disculpa lo atrevido que tenga esta carta.”
Lima, 12 de Septiembre del 2007

2 comentarios:

  1. Uy! qué pasó amigo? te ganó la timidez? a todos nos pasa, y las chicas no estamos libres de esas malas pasadas de la vida, pero animate y mandale la carta a esa chica de la que estuviste enamorado en tu niñez, quien sabe, de repente y pasa algo lindo entre ustedes. Saludos desde Colombia.

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  2. Mariana: la verdad no creo que me atreva a mandar esta carta, ¿tienes alguna receta contra la cobardía?, yo estoy tratando de averiguarla.

    Un abrazo.

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