lunes, 25 de julio de 2011

La taza de interés rota

La desinteresada historia de Cándida

En un inicio, este post iba a ser agresivo e insultante, pero al estar sobrio y poder conservar mi habitual ecuanimidad (madurez, le dicen), decidí escribir algo mucho más digerible, como para que una persona como Cándida lo pueda leer y entender. ¿Quién es Cándida?, es una chica que acaba de intentar ilusionarme y traicionarme. Eso no tiene perdón. Debo admitir que estuve a punto de caer ante sus innegables encantos, que por un momento pensé que podría suceder algo más que simples intercambios de fluidos, pero  no. Al parecer cuando su nivel de a-seriedad cambió de color, se asustó y simplemente desapareció.

Paso a relatar resumidamente lo que aconteció con Cándida, la chica que rompió su taza de interés.

La conocí el año pasado, en una pequeña reunión organizada por un amigo. Como a Cándida no le gusta pasar desapercibida, no le hice caso, no es mi estilo, odio hacerle caso a mujeres que desean captar la atención de todos, y eso finalmente es lo que les suele llamar la atención de mí, mi indiferencia. Era cuestión de tiempo para que nos digamos una que otra palabra, más aún por la actitud alcahuetera de algunos amigos, que no dudaron en ponerme a prueba con tamaña mujer con facha de devoradora humana. Me sacaba a bailar a cada instante, dejando atrás a toda una sarta de alborotados muchachos. Yo aceptaba porque tampoco se trata de arrugar, eso nunca, sin embargo la situación no pasaba de eso. En una hora y un poco más, ya me había contado parte de su existencia, obviamente maquillando detalles como tener hijos, pareja, amigos cariñosos, o esposo. Yo, en cambio, no le conté nada de mí, salvo mi nombre, mi edad y las razones por las que estaba en ese lugar (y ahora que lo pienso, no recuerdo dichas razones). En ese momento parecía haberse obsesionado con enrolarme a su lista de pervertidos admiradores. Al ver la negativa de mi posición, por un momento me dejó de lado y se dedicó a moverse extravagantemente frente a mí, con uno, dos y hasta tres de esos muchachos que ya no sabían qué hacer, y que dicho sea de paso me miraban con cara de "mira, la estoy haciendo y tú no".

Así transcurría la reunión, yo riéndome y bebiendo con amigos y amigas, ella, intentando seducirme de una y mil formas, claro está, e insisto para que no se malentienda, sus intenciones eran netamente egocéntricas, simplemente no podía admitir que haya alguien que no le echara un sólo ojo.

Ya por el final, cuando estaba despidiéndome de todos, incluyéndola, hizo el último intento para enrolarme. Me dijo que quería hablar un momento conmigo, tomó mi mano y me jaló hacia las afueras de la casa. Estaba visiblemente nerviosa y anonadada. Parecía no encontrarle explicación a lo que acababa de ocurrir. Yo reía sarcásticamente y le decía: "tranquila, ¿qué pasa?", eso la ponía peor, y vale decir que esa era mi intención. De la puerta de la casa, salían varias cabezas a ver lo que sucedía. Al notarlo, Cándida volteó furiosa y les dijo que se fueran, que no sean sapos. Hicieron caso de inmediato y nos volvieron a dejar solos. Entonces me dijo: "mira, no sé qué ha pasado, ¿te caigo mal?". Le dije que no, que no me había hecho nada malo, que no me había caído bien ni mal, porque no la conocía lo suficiente. Acto seguido, me pidió el número telefónico, con una expresión letal de desesperación que no me gusta ver en ninguna mujer, por más bandida que sea, de modo que cedí por primera vez ante ella, y en recompensa a su insistencia, le di mi número, con la clara intención de hacerla sentir bien por esa noche, para que se diga a sí misma que al menos no la choteé de todo, y siga pensando que es la reina de la reunión. Me fui de aquella casa con la sensación de haber hecho una obra de caridad, sin imaginar lo que pasaría más adelante.

Comenzó el asedio. Ella me llamaba frecuentemente, me agregó al MSN, al Facebook, etc. Conversaciones seguidas, ideas y conclusiones. De pronto iba formándome una mejor idea de Cándida, llegando a otra conclusión: era, en muchas cosas, totalmente opuesta a mí, suficiente razón para sentirme atraído. Llegaron las salidas, y de a pocos me iba tomando confianza, al punto de contarme cosas que debía saber de ella, antes de insinuar cualquier acercamiento superior a los que habíamos tenido hasta ese momento. La decisión era mía y accedí, no me arrepiento, la he pasado bastante bien y, según ella (porque ahora tengo que decirlo así), hacía mucho que no sentía algo similar. La experiencia me ha enseñado a tomar estas cosas con calma. El amor ni se asomaba por mí, menos por ella, pero la atracción empezaba a tomar otros matices, quizás algo menos libertinos o ligeros. Sin embargo tuvimos nuestra primera separación. En ese momento ella fue sincera, me dijo que no estaba lista para tener una relación con nadie, y que yo le parecía un "chico para eso, y no para lo otro", ¿halago o insulto?

Entendí. El hecho era que no quería estar conmigo, y como yo realmente no quería estar con ella (ni con nadie), no sentí el menor dolor. Sólo atiné a decirle que la sinceridad siempre será lo más recomendable y que hizo lo correcto al decirme tales cosas, antes de que pueda suceder cualquier catástrofe emocional.

Fueron varios meses los que estuvimos separados. Y con "separados" me refiero a la distancia mortal que existe cuando no se usan tantos medios de comunicación. Porque es cierto que mucha gente dice: "ahora que existe la internet, los celulares y hasta los celulares con internet, es casi imposible perder el contacto con alguien", pues yo creo que eso, yendo en sentido contrario, agudiza más la desazón de no tener contacto con alguien. Un arma de doble filo, desde luego.

No voy a negar que algunos días, en la soledad de mi habitación, la recordaba, aunque tampoco voy a negar que mi habilidad de olvidar rápido funcionó mejor que nunca, al tener que guardar en el depósito recuerdos pocos y débiles, en comparación a algunos más fuertes y abundantes con los que tuvo que lidiar anteriormente. Para mi habilidad fue un juego de niños hacer que me olvide de Cándida, así que seguí mi vida sin pensar en ella como algo más que un buen recuerdo.

Pero como en toda historia suele haber una segunda parte, aquí también la hubo. Cándida reapareció, la primera vez con una llamada sorpresiva, y sugeriéndome irme de viaje junto a ella. La sorpresa fue tal que no la creí, de modo que, pasados los días, esperaba su insistencia, a ver si el viaje se concretaba. Esa insistencia no se dio. No hubo tal viaje, y ella volvió a desaparecer. Una semana después, vuelve a llamar y me dijo que quería verme urgente. Me citó para el día siguiente de su llamada en un concurrido centro comercial. Nuevamente esperé su confirmación, y esta si fue "de Ripley": Un martes, 10 de la noche, coordinamos, nos veríamos el miércoles  a las 10 am, ok, dormí, al día siguiente no volvimos  a comunicarnos, pero supuse que ella estaría esperándome. Eran las 9:30 am y tomaría un taxi para llegar a tiempo. Sin embargo tenía que revisar rápidamente un asunto en mi correo electrónico. Juro que lo iba a dejar de lado, felizmente no lo hice, porque en el MSN estaba ella, y me dijo que "justo me iba a llamar" para decirme que no iba a poder ir al punto de encuentro, por "x" motivos.

Pero habría un tercer intento, y fue quizás el más extraño de todos. No diría "malicioso", pero sí bizarro, bastante presto a malas interpretaciones, y que fue razón de un conato de odio en estos días, y lo que finalmente me impulsó a escribir este post. Me lo dijo expresamente: "quiero intentarlo", de inmediato cerré todas las demás ventanas de chat o cualquier cosa que tuviera en mi PC. Ahora era sólo ella, seguí leyendo: "... en serio, lo he pensado mucho, ¿no quieres intentarlo?". Mi respuesta no fue inmediata, le dije: "vamos lento". Porque la verdad es que no estaba enamorado, aunque sí comenzaba a ilusionarme, claro, ¿quién no, con esas actitudes?, le dije la verdad, que yo aún no sentía nada, pero que si se daban todos los elementos necesarios, en un sólo momento, ¿por qué no?, en fin. Creo que se imaginan lo que sigue. Sí pues, ¡la condenada de Cándida volvió a desaparecer!

La vi una última vez en el MSN, y le pregunté qué demonios estaba pasando, no supo qué contestar y cerró sesión (claro, de hecho me puso "sin admisión"). Eso fue lo último que supe de ella. Aún sigo preguntándome qué sucedió, ¿alguien me lo podría decir?, quizás desde una tribuna neutral la cosa se vea más clara. Yo lo veo así: hay una lucha interna entre su lado puto y su lado que busca felicidad. Aunque a veces su lado "busca felicidad" gana una batalla, la guerra la ganará siempre su lado puto, ¿POR QUÉ?, pues creo que la respuesta es sencilla. Cándida será puta por un buen rato más, por mientras no me toca juzgarla.

Quizás, sí, sugerirle que no rompa tantas tazas de interés, porque en algún momento las va a necesitar (aunque sea para tomarse un buen café cargado).

Digo, ¿no?

domingo, 17 de julio de 2011

Todos al "bus del ganador"

Crítica a la afición peruana (si te sientes aludido, di en el clavo)

¡Vengan!, ¡vengan!, no sean tímidos y, sobre todo, no nos hagamos los huevones. Subamos de una vez al coche del ganador, está nuevecito, recién comprado y a crédito, un crédito que probablemente jamás paguemos, porque somos vivos, pendejitos, criollos. ¡Suban!, ¡no se queden!, se van a perder la fiesta, el baile de los que sobrábamos y que ahora estamos metidos en la meca del fútbol continental. ¿Entraremos todos en el bus?, ¿me parece o hemos aumentado?, antes éramos poquitos, ahora somos un huevo. Sí, ¡cómo ha aumentado la cantidad de hinchas!, ¡es impresionante!, antes a quién se le ocurriría postear sobre la selección en el muro del Facebook, cuando la bicolor jugaba medio bien medio mal, pero solía perder, sea con el DT que fuera.

¿A quién se le ocurría poner un mensaje de apoyo?, ¿a quién?, ¿alguien hablaba entonces de que el pisco era peruano, de que nuestro himno era hermoso, de que nuestros colores eran bellos?, ¿alguien hablaba de ganar?; ¿ganar?, qué palabra más desconocida, pero ahora todos somos ganadores. Claro, somos un montón de ganadores, que ahora añoramos, con el rótulo de "hinchas sufridos", una final de Copa América y una posible victoria que nos haga probar un poquito de gloria. Divina gloria.

Sigo pensando si el bus es lo suficientemente grande para todos, o si mejor sería que aquellos que esperaron tan pacientemente un momento como éste para salir a decir que "aman a la patria", deberían esperar también el próximo bus, ¿sería justo no?, digo, hay gente que está haciendo cola aquí desde hace muchos años, que siempre se preocupó del asunto, que siempre "estuvo ahí". Bueno, deberé entonces apelar a la conciencia de cada uno. Cada quien sabe cuánto de este momento es 'gozable' para uno mismo, y cuánto no.

Lo siento, hermanos hinchas, el bus del ganador está repleto, y está a punto de partir a destino incierto, hasta que sus ruedas de la humildad se desgasten y hasta que su gasolina, el éxito, se termine, entonces el bus volverá a estar vacío. Y la cola seguirá siendo corta. Aunque lo bueno es que ese bus estará tan apretado, que el ahogo es inevitable, mientras que los que nos quedamos fuera del bus, quizás tengamos más espacio para tomarnos unos piscos y comernos un rico ceviche.

¡ARRIBA LA HUMILDAD!, ¡abajo el simple consumo de éxito!
¡ARRIBA LA PASIÓN!, ¡abajo el resultadismo!

¡ARRIBA PERÚ CARAJO!

viernes, 8 de julio de 2011

Estuve en el preciso lugar

En primera fila, junto a Fito Páez

Hace unos días vi a Fito Páez en concierto por tercera vez en mi vida. La presentación dejó más de una frase al aire, más de una palabra suelta en el infinito terreno de la opinión y la discusión. Aunque el músico y cantante no ha perdido su magia natural, este concierto fue algo criticado, más que todo por su corta duración. Otros critican el hecho de que "ya es hora" que venga con su banda y no sólo con su piano (supongo que los que dicen eso son los que prefieren el lado rockero de Páez y menosprecian un poco su lado "clásico"). En fin, miles de comentarios encontrarán de seguro en páginas webs, blogs, etc., aunque los diarios y prensa en general del Perú, destacaron el concierto como "aceptable". En mi opinión personal, no fue la mejor presentación de Fito, pero el sólo hecho de verlo tocando el piano ya es para mí un lujo de inconmensurable orgullo y placer.

Y es ahí donde apunta este post, a rescatar algo que poco a poco se va perdiendo, más que el valor de un concierto, es el valor del músico lo que debe prevalecer en una presentación. Claro, eso no quiere decir que por bueno que sea, un músico podría solamente entrar y decir "hola" para luego irse de su concierto, y esperar que sus aficionados se queden satisfechos. Pero evaluar un concierto solamente por su duración o por la intensidad del mismo, me parece algo injusto, teniendo en cuenta que son otros los parámetros los que nos hicieron fans (o hinchas) del artista.

Cuando vi al "flaco" (que en estos días luce una prominente barriga), y mientras disfrutaba de su concierto, iba pensando en que estaba presenciando en acción a uno de los compositores más geniales que ha dado la música en general. Quizás algunos hayan perdido la memoria, con gusto se las resfrescaré:

Epifánico silencio a la hora del amar
Tus ensueños ya se hiceron a la mar
Un extracto del perfume del dolor
Tus muñecas boca arriba y hacia el sol.
Tus regalos deberían de llegar

Una hermosa y poética manera de expresar el dolor de tener una pareja estéril. ¿Alguien lo hubiera podido decir de mejor forma?, lo dudo.

Todo lo que diga está de más
Las luces siempre encienden en el alma
Y  cuando me pierdo en la ciudad
Vos ya sabes comprender
Es sólo un rato no más
Tendría que llorar o salir a matar
Te vi, te vi, te vi
Yo no buscaba a nadie y te vi


A veces la ternura de una melodía eclipsa de alguna manera las letras de una canción. También sucede a menudo que la difusión excesiva (lo que hace llamar a una canción "comercial") nos hace olvidar parte o toda la belleza de una lírica. Creo que ese es el caso de canciones como "Un vestido y un amor" ("11 y 6", entre otras), que no por ser una de las más conocidas de Páez, debería perder esa belleza majestuosa que expresa con maestría el acto de enamorarse de alguien de quien no nos pensábamos enamorar.

El amor más grande que conocí
Sin querer un día pasó por mí
Por la vía láctea se encontrarán
En algún planeta, en algún lugar.
Donde va la gente y su corazón
Donde van los años y este dolor
y dónde voy yo... no me importa ya
Vengo de dos ríos que dan al mar.

Otra manera poéticamente hermosa de expresar lo que se siente por los padres, más aún cuando se les conoció poco y todo lo que queda es imaginarlos en distintas facetas.

No vine a divertir a tu familia
mientras el mundo se cae a pedazos
Me gusta estar al lado del camino
Me gusta sentirte a mi lado
Me gusta estar al lado del camino
Dormirte cada noche entre mis brazos

¿Querían letras duras?, Páez sabe combinar bien la crudeza y la belleza en un sólo verso.

Y así podría seguir extrayendo letras y más letras, es algo que abunda en la carrera de Fito. Todo esto producto de su indiscutible talento y natural genialidad, bien guiados por maestros e ídolos de la talla de Charly García, Luis Alberto Spinetta y Litto Nebbia (para los que aún no se convencen del talento influyente de García, recomiendo este post http://nomedaranlasgracias.blogspot.com/2011/06/los-dinosaurios-de-charly-garcia.html de mi enemigo íntimo, Dylan).

Como ven, no era sólo cuestión de entrar y "ver qué tal lo hace este patita", sino de valorar en primera lo que significa la impecable carrera musical de un genio, uno de los pocos que quedan de aquella generación. Terminado el concierto y antes de tomarnos unos tragos, mi gran amigo Pablo Madrid soltó una frase destructiva pero muy realista: "la era de estos músicos está llegando a su final". Más allá de nuestras diferentes opiniones sobre el concierto en sí, lo que dijo en esa frase tiene mucha lógica. Aquella generación en la cual podemos encontrar a Páez, Calamaro y Cerati (con más influencia "Spinettaniana"), entre otros, está terminándose de manera espontánea y natural, por lo tanto es imperioso darle a estos músicos el valor que realmente se merecen y no calificarlos por una sola noche, sino por todo lo que nos dieron durante tantos años de sus vidas.

Hubo mucha gente inconforme con el show y yo fui uno de ellos, pero para mí Fito sigue siendo, junto a Rubén Blades, mi maestro más influyente, no sólo en mis gustos musicales y poéticos, sino en mi propia filosofía de vida.

Desde esta humilde tribuna, le digo "gracias", no sólo porque quizás ese 30 de junio haya sido la última vez que lo viera, sino por todo el ramillete de maravillas musicales que nos ha dejado desde que se inició con Baglietto, hasta la fecha. Nuevamente, gracias, genio.

Para terminar: Un poquito del concierto en Lima. Que lo disfruten.