jueves, 2 de junio de 2011

Recta final

Al fin se acaba esta mierda

Dos cosas me impulsan a escribir esta noche. La primera es que, finalmente, se acabaron los discursetes y la parafernalia regalona de los candidatos a la presidencia del país. La segunda, ser testigo de un reportaje que, aunque tiene que ver poco o nada con los comicios electorales, me ayudó bastante a expulsar mis más sinceras emociones con un contundente "¡POR FIN SE ACABA ESTA MIERDA!".

Como nunca, me quedé viendo el programa televisivo de Carlos Carlín ("La noche es mía") por varios minutos. Entonces el presentador dio inicio a un reportaje cuyo objetivo era hacer una apología a las lisuras en el Perú. En el reportaje apreciamos cómo gente en plena calle, sean conocidos o desconocidos personajes, reconocían utilizar las llamadas "malas palabras" para expresar con facilidad lo que sentían en determinados momentos de sus vidas cotidianas. Por ejemplo, al momento de recibir un fuerte y sorpresivo golpe físico, es casi un automatismo soltar las palabritas "!au, mierda!", o "¡au, carajo"!, entre otras. Asimismo, es también muy común terminar abruptamente una conversación aderezada de incomodidad y hartazgo con un tajante "¡ándate a la mierda!" o "¡ya deja de joder carajo!".

En esta noche no tan loca y sin copas, me senté frente a la PC a escribir sobre esto, porque no tengo mejor manera de decir que ya quiero que se acabe todo este tumulto de cochinada y estiercol, en lo que finalmente se convirtió esta segunda vuelta electoral. Mi posición sobre mis preferencias electorales creo que ha quedado clara en los últimos posts que escribí, pero eso no me quita el deseo de dejar de hablar de política en cada momento de mis días. Sí, ya quiero dejar de pelearme con amigos o conocidos (que posiblemente puedan ser mis amigos en un futuro no muy lejano) por temas de esa índole. Ya quiero dejar de discutir con mi abuela, a la que cada mañana trato de convencer de que la mejor herencia que me podría dejar sería apoyar con su voto (no obligatorio, por cierto) a la alternativa que considero menos dañina para el país. Ya quiero, finalmente, volver a mis raíces ciber-sociales, en las cuales mi muro de Facebook era más que todo un espacio para colgar mis posts sobre temas diversos que nada tenían que ver con política, sino más bien sobre Alianza Lima, o videos que consideraba graciosos, jodas a los amigos, canciones, etc., y dejar de colgar anti-propaganda con el fin de que algún visitante me haga preguntas sobre su indecisión electoral.

Pero no. Si bien es cierto siguen habiendo indecisos, no soy yo (aún con el apoyo de mis blogs o de las redes sociales) el que pueda alterar al menos una cifra de sus altos porcentajes. Sin embargo, cada uno, desde su trinchera y con sus propias covicciones, ha bombardeado de audios, videos, fotos y mensajes, sus muros de Facebook sin piedad, a fin de que algún indeciso caiga en fauces, ansiosas de sumar votos a sus preferencias personales.

Ahora noto cierta desunión en mi red de amistades, debido a esas discrepancias. Claro, es obvio que si se trata de amistades sinceras, estas perdurarán pase lo que pase o se piense como se piense, pero el hecho de hablar con menos gente que antes sólo porque se tiene incrustada la idea de que se hablará, tarde o temprano, de política, ha sido el cachetazo que en parte me ha despertado de este breve pero sustancioso letargo plebiscitario - de hecho, tienen derecho a pensar que ese "cachetazo" ha sido más que tardío, yo también pienso así.

No me queda de otra que pedir disculpas a las personas que, por algún desacertado comentario político (porque no sólo se trata del fondo, sino también de la forma), se sintieron ofendidas o incómodas y que no tuvieron mejor forma de expresarlo que portándose de manera indiferente ante mis publicaciones. A su vez, y agradeciendo profundamente sus palabras, pido disculpas a las pocas pero existentes personas que me mandaron mensajes o comentarios, diciendo que estaban acostumbrados a visitar este humilde blog porque era una manera de distenderse de los pesares de la vida (entre ellos, la política), y que de la noche a la mañana empezaron a ver en mí a un falaz y burdo bosquejo de analista político. A ellos les digo: lo siento, pero es igual que en el fútbol, me gusta ver los partidos y comentarlos, pero cuando me das un balón no sé qué hacer con él. En buen cristiano, evitaré escribir sobre política pasado el 5 de junio (quizás escriba algo más, dependiendo del resultado), pero si la situación lo amerita he de decirles que este servidor no dejará de lanzar sus chabacanas opiniones en pos de lo que yo considere justo.

Dicha esta advertencia, les deseo a todos ustedes el mejor de los éxitos con relación a lo que se nos viene post-28 de julio. Me mantengo algo pesimista en eso. Para mí se nos vienen tiempos duros. Gane quien gane, habrán problemas y disconformidades, y es que esto de la democracia es así, es la mejor forma de gobierno, sin dudas, pero implica también una gran tolerancia por parte de todos los sectores de la población. Ante los problemas, lo que no debemos hacer es mostrarnos indiferentes. Participemos, cada uno desde sus tribunas personales, y ayudemos a resolver nuestros problemas, siempre con prestancia, altura, tolerancia y mucha responsabilidad. Sí, lo sé, es difícil que todos nos pongamos de acuerdo en algo, sin embargo creo que en lo que sí podríamos estar todos de acuerdo, es que no creo que haya un solo peruano que no quiera un Perú mejor.

Y volviendo al reportaje, no hay un solo peruano que no hable lisuras. Así que, pase lo que pase este domingo:

¡VIVA EL PERÚ, CARAJO!

Y si no, ¡váyanse a la mierda!, ¡salud!

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