La odisea de los salmones
Contra viento y marea esperamos casi 12 horas por la oportunidad de verlo, de escucharlo, de sentir la cruda y melodiosa esencia de sus canciones… fue un día memorable de principio a fin. Los compinches de siempre no tenemos más que decir, simplemente “mataríamos por 5 minutos más”.
Por la mañana…
Desperté sabiendo que tenía que estar a las 9:30 a.m. en el cruce de Aviación con Javier Prado. Marvin, Perrin y Pablo me estarían esperando desesperados, pero ausente de toda compasión volví a pensar en las miles de veces en las que los esperé para diversas cosas en las que habíamos quedado. Dormí más de lo que debí y llegué tarde… carajo y encima sin las entradas que nos abrirían camino a la gloria rockera. Tras una veloz ida y vuelta hacia mi casa emprendimos camino hacia el estadio Monumental de Ate, donde nos esperaba una larga lata hacia la entrada VIP. Los llamados “K-lamares”, armados de polos y banderolas alusivas a su ídolo, ya estaban esperando en la pseudo cola, mientras que los agentes de seguridad hueveaban al compás de un sol incipiente. El heladero, sabio premonitor de lo que se vendría, aguardaba en silencio nuestras primeras gotas de sudor. Finalmente salió el “gringo” y mi piel casi olía a chicharrón…
Casi al medio día…
El sol se agrandaba en nuestras cabezas, parecía reírse, burlarse de nuestros intentos de refrescarnos mientras llenábamos los sudorosos bolsillos del, para ese momento ya millonario, heladero de D’onofrio. Poco pensamos en lo que íbamos a almorzar, más se pensaba en hielo, mientras la cola ya iba tomando forma… éramos casi los primeros en llegar y tendríamos un buen sitio. Recordé bastante la epopeya que sufrimos el flaco y yo para el concierto de Soda, tuvo mucho parecido, pero ésta fue mucho más divertida y versátil: Pablo siempre con su genialidad para las chapas y estupideces que tanto nos encantan, Marvin, como de costumbre, presto para la chacota con sólo mostrarnos su no muy agraciada cara, Perrin, el eterno Bins, con sus dientes a lo Goofy, cuándo no objeto de burla… Yo, el que más chapas tiene sin lugar a dudas, y los ausentes también pagaron pato… luego llegó Helen, la entrañable musa del Ronaldinho peruano; y la cosa se hizo aún más cálida; siempre las mujeres poniendo su cuota de distinción.
Daba la tarde…
Llegaron las 3 p.m. ¡PM! Hacía mucha hambre. A alguien se le ocurrió la gran idea de llamar al que faltaba… Emiliano Rojas Sócola… ¿el apellido les suena familiar?, le pedimos que traiga unos sánguches de pollo, los que de seguro superarían al pabilo con pan que habíamos comido hacía unos minutos, cortesía de unas astutas y encantadoras muchachitas que se aprovecharon de nuestra hambrienta inocencia. “Emi” llegó buen rato después con los sánguches, unas papas y una gaseosa de 2 litros. Lo demás, señores, fue casi un picnic de guerra. Al terminar compramos cerveza, eso de seguro nos llenaría… sin darnos cuenta el sol se iba ocultando y con su sutil cincel nos pinto de rojo las frentes y mejillas, dejándonos con un ardor fulminante y a la vez satisfactorio. (¿Qué sería de Claudio?, el sol tal vez se hubiese resignado), ¿qué sería del ausente Mani?, uno de los más emocionados calamares de antología. Con sus correos nos llenó las bandejas de lágrimas, él hubiese tenido que estar ahí, pero bueno… a las finales tiene la impredictibilidad de una máquina, después de todo.
Oscurecía…
Sí, Lima se iba vistiendo de gala, con su traje negro - rojizo, esa extraña y melancólica combinación que le dan las luces de las avenidas. Finalmente las puertas se abrieron, entramos con cierto apuro y con destartalada emoción. Nos ubicamos a pocos metros del estrado. Veríamos a Andrés Calamaro, increíble; se cumpliría el sueño de Pablo. Siendo sinceros haremos un acto de confesión: bueno, hablaré por mí… de Calamaro no sabía tanto, es decir, es un grande, lo sé… es pata de Fito, es influyente, es un músico altamente reconocido, tiene canciones que ya se han convertido en himnos, todo bien… pero nunca fue mi sueño verlo, Pablo, en cambio, se había desvelado 500 noches tratando de saber la razón por la cual Andrelo no nació en el Perú, o él en la Argentina. Sus cabellos son parecidos, y su amor a la música los haría hermanos, pero son hincha e ídolo, nada más, y nada menos, porque la relación que acabo de mencionar tiene cosas de infarto, cosas que cualquier relación quisiera tener, una entrega y un compromiso a prueba de misiles bazuqueros. Luego de ir al baño, regresar, y escuchar aproximadamente unas 100 veces el mismo disco de Rock Peruano (muy bueno, por cierto… pero odioso por las 99 veces demás que lo pasaron), el ambiente se comenzaba a tornar intenso… se avecinaba la llegada de Andrés.
Y comenzó…
Como en una novela de Dostoievsky, el final queda incierto cuando los protagonistas ni siquiera dejaron ver el inicio… así llegó Calamaro, la gente lo aplaudió, pero de inmediato empezó a tocar con su implacable banda de 4 guitarristas espléndidos, un pianista que me hacía recordar mucho al Páez de los 80, y un baterista “para no olvidar”, y nosotros no teníamos idea de cómo carajo se presentaría, no importaba, tocaba, sonaba, nos llegaba al alma… nos hacía saltar en reducidos espacios. Contra todo pronóstico el “Output – Input” quedó de lado para dar pie a un “Salmón” inka kolero que se venía con fuerza… la banda realmente era un motor con caballos de fuerza infinitos. Lo siguiente fue simplemente Andrés Calamaro en concierto, un dominio escénico envidiable, una potencia sonora realmente de lujo, y canciones que, aunque algunas desconocidas para mí, llamaron poderosamente mi atención en cuanto a letras y melodías bien consolidadas, sin lugar a dudas se trata de un trovador amante del Rock. Andrelo también demostró tener una voz muy bien cuidada a pesar de su evidente fama de pachanguero (por no decir drogadicto empedernido); y con el pasar de las canciones la gente entraba cada vez más en un calor, quizás de lo más soportable.
Crímenes perfectos…
Modalidad “Emo”, dijo un huevón, con cabeza de plumero y lágrimas en los ojos… la gente se cagó de la risa y cantamos a viva voz el temazo (perdón a “mi dulce muñequita”) que la banda interpretaba sólo para nosotros, sí, porque sólo podíamos mirar hacia delante y no había nadie más que Andrés, su banda, y las extrañas criaturas.
Carnaval de Brasil…
El tema que puso fue este… para mí, uno de los mejores, sonó el verso más pendejo que jamás haya escuchado en mi vida:
“Habrá que desenvainar las espadas del texto,
Contra viento y marea esperamos casi 12 horas por la oportunidad de verlo, de escucharlo, de sentir la cruda y melodiosa esencia de sus canciones… fue un día memorable de principio a fin. Los compinches de siempre no tenemos más que decir, simplemente “mataríamos por 5 minutos más”.
Por la mañana…
Desperté sabiendo que tenía que estar a las 9:30 a.m. en el cruce de Aviación con Javier Prado. Marvin, Perrin y Pablo me estarían esperando desesperados, pero ausente de toda compasión volví a pensar en las miles de veces en las que los esperé para diversas cosas en las que habíamos quedado. Dormí más de lo que debí y llegué tarde… carajo y encima sin las entradas que nos abrirían camino a la gloria rockera. Tras una veloz ida y vuelta hacia mi casa emprendimos camino hacia el estadio Monumental de Ate, donde nos esperaba una larga lata hacia la entrada VIP. Los llamados “K-lamares”, armados de polos y banderolas alusivas a su ídolo, ya estaban esperando en la pseudo cola, mientras que los agentes de seguridad hueveaban al compás de un sol incipiente. El heladero, sabio premonitor de lo que se vendría, aguardaba en silencio nuestras primeras gotas de sudor. Finalmente salió el “gringo” y mi piel casi olía a chicharrón…
Casi al medio día…
El sol se agrandaba en nuestras cabezas, parecía reírse, burlarse de nuestros intentos de refrescarnos mientras llenábamos los sudorosos bolsillos del, para ese momento ya millonario, heladero de D’onofrio. Poco pensamos en lo que íbamos a almorzar, más se pensaba en hielo, mientras la cola ya iba tomando forma… éramos casi los primeros en llegar y tendríamos un buen sitio. Recordé bastante la epopeya que sufrimos el flaco y yo para el concierto de Soda, tuvo mucho parecido, pero ésta fue mucho más divertida y versátil: Pablo siempre con su genialidad para las chapas y estupideces que tanto nos encantan, Marvin, como de costumbre, presto para la chacota con sólo mostrarnos su no muy agraciada cara, Perrin, el eterno Bins, con sus dientes a lo Goofy, cuándo no objeto de burla… Yo, el que más chapas tiene sin lugar a dudas, y los ausentes también pagaron pato… luego llegó Helen, la entrañable musa del Ronaldinho peruano; y la cosa se hizo aún más cálida; siempre las mujeres poniendo su cuota de distinción.
Daba la tarde…
Llegaron las 3 p.m. ¡PM! Hacía mucha hambre. A alguien se le ocurrió la gran idea de llamar al que faltaba… Emiliano Rojas Sócola… ¿el apellido les suena familiar?, le pedimos que traiga unos sánguches de pollo, los que de seguro superarían al pabilo con pan que habíamos comido hacía unos minutos, cortesía de unas astutas y encantadoras muchachitas que se aprovecharon de nuestra hambrienta inocencia. “Emi” llegó buen rato después con los sánguches, unas papas y una gaseosa de 2 litros. Lo demás, señores, fue casi un picnic de guerra. Al terminar compramos cerveza, eso de seguro nos llenaría… sin darnos cuenta el sol se iba ocultando y con su sutil cincel nos pinto de rojo las frentes y mejillas, dejándonos con un ardor fulminante y a la vez satisfactorio. (¿Qué sería de Claudio?, el sol tal vez se hubiese resignado), ¿qué sería del ausente Mani?, uno de los más emocionados calamares de antología. Con sus correos nos llenó las bandejas de lágrimas, él hubiese tenido que estar ahí, pero bueno… a las finales tiene la impredictibilidad de una máquina, después de todo.
Oscurecía…
Sí, Lima se iba vistiendo de gala, con su traje negro - rojizo, esa extraña y melancólica combinación que le dan las luces de las avenidas. Finalmente las puertas se abrieron, entramos con cierto apuro y con destartalada emoción. Nos ubicamos a pocos metros del estrado. Veríamos a Andrés Calamaro, increíble; se cumpliría el sueño de Pablo. Siendo sinceros haremos un acto de confesión: bueno, hablaré por mí… de Calamaro no sabía tanto, es decir, es un grande, lo sé… es pata de Fito, es influyente, es un músico altamente reconocido, tiene canciones que ya se han convertido en himnos, todo bien… pero nunca fue mi sueño verlo, Pablo, en cambio, se había desvelado 500 noches tratando de saber la razón por la cual Andrelo no nació en el Perú, o él en la Argentina. Sus cabellos son parecidos, y su amor a la música los haría hermanos, pero son hincha e ídolo, nada más, y nada menos, porque la relación que acabo de mencionar tiene cosas de infarto, cosas que cualquier relación quisiera tener, una entrega y un compromiso a prueba de misiles bazuqueros. Luego de ir al baño, regresar, y escuchar aproximadamente unas 100 veces el mismo disco de Rock Peruano (muy bueno, por cierto… pero odioso por las 99 veces demás que lo pasaron), el ambiente se comenzaba a tornar intenso… se avecinaba la llegada de Andrés.
Y comenzó…
Como en una novela de Dostoievsky, el final queda incierto cuando los protagonistas ni siquiera dejaron ver el inicio… así llegó Calamaro, la gente lo aplaudió, pero de inmediato empezó a tocar con su implacable banda de 4 guitarristas espléndidos, un pianista que me hacía recordar mucho al Páez de los 80, y un baterista “para no olvidar”, y nosotros no teníamos idea de cómo carajo se presentaría, no importaba, tocaba, sonaba, nos llegaba al alma… nos hacía saltar en reducidos espacios. Contra todo pronóstico el “Output – Input” quedó de lado para dar pie a un “Salmón” inka kolero que se venía con fuerza… la banda realmente era un motor con caballos de fuerza infinitos. Lo siguiente fue simplemente Andrés Calamaro en concierto, un dominio escénico envidiable, una potencia sonora realmente de lujo, y canciones que, aunque algunas desconocidas para mí, llamaron poderosamente mi atención en cuanto a letras y melodías bien consolidadas, sin lugar a dudas se trata de un trovador amante del Rock. Andrelo también demostró tener una voz muy bien cuidada a pesar de su evidente fama de pachanguero (por no decir drogadicto empedernido); y con el pasar de las canciones la gente entraba cada vez más en un calor, quizás de lo más soportable.
Crímenes perfectos…
Modalidad “Emo”, dijo un huevón, con cabeza de plumero y lágrimas en los ojos… la gente se cagó de la risa y cantamos a viva voz el temazo (perdón a “mi dulce muñequita”) que la banda interpretaba sólo para nosotros, sí, porque sólo podíamos mirar hacia delante y no había nadie más que Andrés, su banda, y las extrañas criaturas.
Carnaval de Brasil…
El tema que puso fue este… para mí, uno de los mejores, sonó el verso más pendejo que jamás haya escuchado en mi vida:
“Habrá que desenvainar las espadas del texto,
y dedicársela al primero que pase caminando,
al que se quedó pensando, al que no quiere pensar,
al olvido selectivo, a la memoria perdida,
a los de los pedazos de vida que no vamos a perder... jamás”
Para los que gustamos de la escritura y de la poesía, un verso como este simplemente nos da envidia, no sé si de la sana o de la enferma, pero qué pendejo es Andrés. Qué maestro tan pendejo (entiéndase en el sentido más peruano de la palabra). Escucharlo en vivo ya me dejó más huevón de lo que usualmente soy… agradecerle sería poco. Y esa canción nos puso. Nos puso sin marihuana.
Y llegó “Flaca”…
“Flaca” es el tema que más se ha escuchado de Calamaro por lares limeños, y es un verdadero himno hecho canción. Se cantó a viva voz hasta los tonos que no tenían letra… por ejemplo el “Oh oh oh oh oh OH OHHH OOOOHH OOOOHHH OHHHHH OOOOHH Ohhh oh oh oh ohhhh ohhh, o o o ohh, o o o ohh o o!”, ¿alguien entiende lo que quiero decir?, si no me entienden entonces cambien de blog, hay muchos que no se han escrito con esta pasión… es decir, gran concierto, punto… pasión, punto.
Paloma…
Al menos en nuestro pequeño refugio al estilo sanmarquino, “Paloma” fue el tema que más habíamos estado esperando, sobre todo Perrin, con algún cierto interés en dedicar versos no suyos, pero que profetizan y definen con terrible simpleza su eterna melancolía amorosa (por cierto, ¿tuviste éxito?):
“…Quiero un pedazo de cielo
para invitarte a dormir
Para los que gustamos de la escritura y de la poesía, un verso como este simplemente nos da envidia, no sé si de la sana o de la enferma, pero qué pendejo es Andrés. Qué maestro tan pendejo (entiéndase en el sentido más peruano de la palabra). Escucharlo en vivo ya me dejó más huevón de lo que usualmente soy… agradecerle sería poco. Y esa canción nos puso. Nos puso sin marihuana.
Y llegó “Flaca”…
“Flaca” es el tema que más se ha escuchado de Calamaro por lares limeños, y es un verdadero himno hecho canción. Se cantó a viva voz hasta los tonos que no tenían letra… por ejemplo el “Oh oh oh oh oh OH OHHH OOOOHH OOOOHHH OHHHHH OOOOHH Ohhh oh oh oh ohhhh ohhh, o o o ohh, o o o ohh o o!”, ¿alguien entiende lo que quiero decir?, si no me entienden entonces cambien de blog, hay muchos que no se han escrito con esta pasión… es decir, gran concierto, punto… pasión, punto.
Paloma…
Al menos en nuestro pequeño refugio al estilo sanmarquino, “Paloma” fue el tema que más habíamos estado esperando, sobre todo Perrin, con algún cierto interés en dedicar versos no suyos, pero que profetizan y definen con terrible simpleza su eterna melancolía amorosa (por cierto, ¿tuviste éxito?):
“…Quiero un pedazo de cielo
para invitarte a dormir
en la cama o en el suelo…”
Flaco: te jodemos cuando lloras porque lo haces riendo, pero si lloras con estas letras seré el primero en llorar contigo.
11 y pico…
Y el concierto llegó a un final alegórico y fugaz, sigo con mi ejemplo de Dostoievsky. Fedor pudo haber escrito tranquilamente el trámite de un concierto que simplemente fluyó. Fluyó como un primer aliento, como un último aliento, como un primer beso, como la primera vez que tocaste a una mujer, como la primera vez que tocaste a un hombre. Fluyó como sólo la vida puede hacerlo. Terminó con un encuentro fervoroso de amigos, con una larga caminata hacia la Javier Prado, con madrugadas memorables para todos. Increíble, ¿no?, la música lo puede todo, y los genios saben muy bien como hacerla entrar en las vidas de cada uno.
Andrelo: si estás leyendo esto (me aferro a esa posibilidad)… gracias, tío. Gracias por esa noche tan grandiosa (nunca se lo había dicho a un hombre). Por la música y los versos; ¿sabes? No era tan hincha, ahora las cosas son distintas. A la próxima prometo saberme más canciones que tu hijo Pablo Madrid que, por cierto, salió igual a Fito, ¿cosas de la vida no?, una vez más, gracias por la música. Un fuerte abrazo.
Extrañas criaturas: nos seguiremos metiendo aventuras en conciertos… los quiero.
Contra viento y marea esperamos casi 12 horas por la oportunidad de verlo, de escucharlo, de sentir la cruda y melodiosa esencia de sus canciones… fue un día memorable de principio a fin. Los compinches de siempre no tenemos más que decir, simplemente “mataríamos por 5 minutos más”…
Continuará, muchachos, continuará.
Flaco: te jodemos cuando lloras porque lo haces riendo, pero si lloras con estas letras seré el primero en llorar contigo.
11 y pico…
Y el concierto llegó a un final alegórico y fugaz, sigo con mi ejemplo de Dostoievsky. Fedor pudo haber escrito tranquilamente el trámite de un concierto que simplemente fluyó. Fluyó como un primer aliento, como un último aliento, como un primer beso, como la primera vez que tocaste a una mujer, como la primera vez que tocaste a un hombre. Fluyó como sólo la vida puede hacerlo. Terminó con un encuentro fervoroso de amigos, con una larga caminata hacia la Javier Prado, con madrugadas memorables para todos. Increíble, ¿no?, la música lo puede todo, y los genios saben muy bien como hacerla entrar en las vidas de cada uno.
Andrelo: si estás leyendo esto (me aferro a esa posibilidad)… gracias, tío. Gracias por esa noche tan grandiosa (nunca se lo había dicho a un hombre). Por la música y los versos; ¿sabes? No era tan hincha, ahora las cosas son distintas. A la próxima prometo saberme más canciones que tu hijo Pablo Madrid que, por cierto, salió igual a Fito, ¿cosas de la vida no?, una vez más, gracias por la música. Un fuerte abrazo.
Extrañas criaturas: nos seguiremos metiendo aventuras en conciertos… los quiero.
Contra viento y marea esperamos casi 12 horas por la oportunidad de verlo, de escucharlo, de sentir la cruda y melodiosa esencia de sus canciones… fue un día memorable de principio a fin. Los compinches de siempre no tenemos más que decir, simplemente “mataríamos por 5 minutos más”…
Continuará, muchachos, continuará.
VIERON A CALAMARO!!?? CARAJO Q ENVIDIAAA! GRAN POST GRAN CONCIERTO, PASION PUNTO...
ResponderEliminarHola! como has estadoo? que bueno que sigas yendo a conciertos cada vez escribes mejor, un besote
ResponderEliminarCierto tio..Pablo nos divierte con tus pavadas...la ultima: ERNESTO CONSIGUIO CHAMBAJO!!! jajaja que cage de risa...Sorin no pudo soportar las lagrimas jajaja buen blog tio..pero me extraña araña que no hayas escrito sobre el otro concierto. Hablamos
ResponderEliminarEl ohohohohohooooohhh fue puro sentimiento... y nuestro deseo de revivir el Obras que solo habiamos podido ver en DVD.
ResponderEliminar