Poco a poco. Paso a paso. Esto es como el fútbol. Cada día es una final. Cada paso es importante. No se admiten caídas. El ambiente se torna tenso. La intención es clara: ganar con hombría sobre un salón repleto de reclamos y abandono. No es fácil. Se hace lo que se puede. No. Se hace más. Y algunos frutos comienzan a caer del árbol que crecía chueco. Enderezarlo es la labor más difícil que me ha tocado en mi vida laboral. Me falta mucho. Les falta mucho. Pero la sensación de avance se percibe. Esto es así, como el fútbol.
Quiero campeonar a fin de año. Lo mismo que con Alianza Lima. Quiero que el salón "4to Marcos" sea el mejor. Que todos pasen a quinto con las cosas muy claras. Que culminen de una vez esa complicada transición de niño a adulto a la que sabiamente han denominado "adolescencia". La verdad, estos chicos adolecen de muchas cosas (sí, ya sé que el termino "adolescencia" y el verbo "adolecer" no tienen nada que ver, pero presiento que se pensó en eso cuando se formó la palabra). Quizás no les falte dinero, pero sí, tal vez, atención. ¿Cariño?, sí, ¿quién sabe?, los tutores no podemos meternos en sus casas e indagar. Lo que podemos hacer es llamar por teléfono. Ahí los padres dicen ser los más preocupados. Otros, descaradamente, cubren las faltas de sus hijos con excusas tontas, pero bueno, mi vieja quizás hubiera hecho lo mismo.
Nunca pensé estar del otro lado, es decir, frente a las carpetas. Quizás, sí, en algún momento pensé en enseñar, como lo hacen los profesores que van, dictan clase, resuelven dudas y se van del salón ya pensando en su siguiente parada. Yo no. Yo me quedo con ellos. Algo así como una suerte de niñero "profesional". Eso nunca lo imaginé. Les pregunto cómo están. Si tienen algún problema con algún curso. Si realmente desean acabar en una universidad, o si lo que desean es dedicarse a otras cosas. Total, la universidad nunca fue ni será la única opción, es más, dudo que por lo menos sea la mejor. Aclarar esos panoramas inseguros es una tarea ardua que de a pocos voy cumpliendo con los inquietos alumnos de cuarto de secundaria.
Antes de empezar a chambear, algunos tutores me desearon mucha suerte. Hoy aplauden mi valentía, un carácter que pensé que no lograría aflorar. He ganado en seguridad. Mis chicos (sí, "mis chicos") son tan rebeldes como inteligentes. Saben cuestionarme, argumentan bien sus trabas. Y no puedo caer en lo que se me recomendó con antelación: "yo soy el tutor, y te callas". No, no sería justo. Trato de manejarlo con pinzas, a veces me ganan, lo admito, muchos de ellos (sino todos) son mucho más inteligentes que yo, y para colmo de males, parecen manejar mi trabajo mejor que yo mismo. Hasta me dicen qué debo y qué no debo hacer. Cuando me siento caer, aplico una autoridad alturada, o al menos eso intento. O los saco del aula para conversar afuera. En parte para no pasar roche, en parte para no generar desorden o revoluciones absurdas dentro del salón. Esa es mi historia diaria.
Pero a empeño limpio los he logrado sentar. He logrado que me hagan caso cuando les digo que se cambien de sitio, o cuando les digo que guarden silencio o salgan del aula, según el caso. Cada vez me cuestionan menos. No creo que por miedo. ¿Respeto?, es muy pronto para que me lo haya ganado. Aunque no dudo que me lo ganaré y me sentiré aún más seguro.
Las felicitaciones de la directora y de dos profesores me han dado un buen impulso. El salón está mejor. Me lo dejaron hasta las huevas. Hoy está mejor. Hoy al menos hay orden. La niña problemática que siempre andaba fuera del salón, hoy siempre está adentro y hasta me ayuda en algunas cosas. El chico que nunca me hacía caso, hoy a reducido su desobediencia. El profesor que entra a mi salón, de a pocos recupera su confianza en el mismo. Claro, yo estoy ahí, pero estas dos semanas han sido duras. La semana que viene empieza algo mejor, lo académico.
Este fue el diario del tutor "Marcos", aquel que ya soltó unas cuantas palabras toscas en el salón (los alumnos siempre me recuerdan mi "¡QUÉ TAL OSTRA!"). El reto recién empieza. Quiero salir campeón. Sé que se puede, nadie me lo tiene que decir, ¿entiendes?, nadie.